Con frecuencia los productores nos preguntan sobre cómo se controla una plaga, pero pocos son los que preguntan cómo mantener la salud de su cultivo. Cesar E. García Mora, Red_InnovAC.
Por: Helios Escobedo Cruz, Carlos De la Torre Martínez, Celeste Alvarado Alonso, César E. García Mora, Emma Castolo Calderón, Red_InnovAC.
Diciembre de 2016.
Michoacán.- Cuando hablamos de salud en los cultivos nos referimos a ese estado de bienestar o de equilibrio natural. Dicho estado se ha alterado por las prácticas agrícolas intensivas, las cuales están basadas en monocultivos, insumos externos excesivos y la eliminación de especies que representan un problema para el productor. Al romper por completo el equilibrio que existe entre el medio ambiente con el cultivo, lo que ocurre es una disminución en el número de la población de organismos benéficos en la agricultura, que obliga a los productores a depender cada vez más de insumos químicos que al final resultan insostenibles económica y ecológicamente en la producción.
Para la solución a estos problemas, en las últimas décadas se han planteado sistemas de producción agrícola apropiados para el medio ambiente, como es la Agricultura de Conservación, la agroecología y la sustentabilidad de los recursos, entre otras tecnologías. Estas prácticas son importantes en el intento por reconstruir el equilibrio simbiótico de la biodiversidad del suelo y el medio ambiente.
La biodiversidad de los suelos está integrada por la presencia de materia orgánica y de formas de vida microbiana, como la microfauna: microorganismos como hongos, bacterias, nemátodos, ente otros; y la macrofauna: lombrices, arácnidos, miriápodos e insectos, los cuales mejoran las condiciones del suelo y aceleran la descomposición y mineralización de la materia orgánica, además de que entre ellos ocurren procesos de antagonismo o sinergia que permiten un balance entre poblaciones de insectos dañinos y benéficos que ayudan al control natural o equilibrio natural de insectos.
Una muestra de este equilibrio es fácil de encontrar en la Meseta Purépecha. En esta región, el municipio de Paracho, en Michoacán, tiene un sistema de producción dirigido principalmente al autoconsumo, de tal manera que las prácticas agrícolas que se llevan a cabo son de bajo impacto para los suelos, agua, flora y fauna local; es decir, se ha mantenido una biodiversidad de plantas y ecosistemas los cuales favorecen notablemente de manera subsecuente a la de los suelos.
Algunos de los insectos predominantes en la región, considerados como parte de la macrofauna persistente en los cultivos de maíz, son: milpiés (Aphistogoniulus corallipes), lombriz (Lumbricidae) y aceitera (Berberomeloe majalis), por mencionar algunos. Estos insectos juegan un papel ecológico y energético en la descomposición y reciclado de nutrientes.
Otro de sus beneficios es la aireación o formación de poros en el suelo como resultado de su paso por él, lo que permite una serie de ventajas como la infiltración del agua; aceleran el proceso de mineralización de materia orgánica y crean un equilibrio biológico en los suelos, entre otras más.
Los miriápodos son insectos que tienden a penetrar en el material vegetal muerto que se encuentra en la superficie, alimentándose de heces de lombrices y devolviendo sustancias químicas al suelo para que las plantas vuelvan a utilizarlas y aprovechar su contenido nutricional; nos damos cuenta de que cada insecto del suelo juega un papel indispensable para otros insectos.
Por lo tanto, podemos decir que las comunidades de la macrofauna varían en su composición, abundancia y diversidad, de acuerdo con el estado de perturbación en el que se encuentre el suelo, lo que permite valorar estas comunidades como bioindicadores de calidad o alteración del ambiente.
Bibliografía: Carrera A., A. y De Torres V., J. (2009). Biodiversidad, control de plagas y sostenibilidad agraria. Valladolid, España: Diputación de Valladolid. p. 9.