Para realizar el ensayo se estableció el sorgo híbrido DKS44, inoculado en un caldo de bacterias benéficas (basillus, subtilis, azospirillum, brassilence), con a una densidad de siembra de 20 kilogramos por hectárea, sobre rastrojo de maíz con 100% de los residuos. En general, la fertilización química se hizo de 301.5–156–00 a base de nitrógeno y fósforo, con una aplicación de herbicida, usando atrazina y terbutrina durante la etapa temprana. Para el control y manejo de plagas se utilizó el esquema agroecológico, mediante el trampeo de adultos con el uso de feromonas y la aplicación de dos aspersiones de insecticida de bajo impacto ambiental a base de spinoteram y benzoato de emamectina.
El predio donde se aplicó el ensayo cuenta con un historial de 12 ciclos bajo el sistema de Agricultura de Conservación, el cual ha mantenido en la mayoría de las veces el 100% del rastrojo en sus diferentes rotaciones: maíz, sorgo, trigo, cebada, avena, janamargo y garbanzo.
Los resultados finales del ensayo fueron:
• El empleo de biofertilizantes a base de microorganismos benéficos arrojó un rendimiento superior de 997.00 kilogramos por hectárea, en comparación con la parcela testigo, en la cual no se hizo uso de biofertilizantes.
• La inversión inicial hecha en la parcela de innovación fue de $450.50 más que en la parcela testigo; se tuvo un costo de $16,905.55, pero con una utilidad de $24, 818.45; $3,653.05 más que la parcela testigo.
Este ensayo es parte de los experimentos que los técnicos certificados en Agricultura de Conservación, como el ing. Carlos de la Torre Martínez, aplican en los módulos demostrativos MasAgro en la búsqueda de alternativas que permitan a los agricultores obtener mejores resultados.
Gráfico comparativo entre la parcela de innovación y el testigo.
Con información de Carlos de la Torre Martínez