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La historia del colectivo Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán y de Misioneros A.C. es un ejemplo de la importancia de las comunidades originarias en el resguardo de la diversidad biológica de los sistemas agroalimentarios.
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Las prácticas sustentables que esta organización civil ha impulsado entre los productores que trabajan con ella son una muestra de cómo la innovación fortalece a la tradición.
Por: Divulgación-CIMMYT y Misioneros A.C.
Agosto de 2019.
Chacsinkín, Yuc.- El rescate de las semillas nativas y la preservación de los saberes locales asociados al ciclo y las prácticas agrícolas son la base de las acciones que el colectivo Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán realiza para lograr la seguridad alimentaria de las comunidades de la Península de Yucatán. El colectivo está conformado por mujeres y hombres mayas que trabajan la milpa y que, en representación de sus comunidades, se han comprometido a conservar el legado biocultural de este sistema de producción agrícola que sustenta su dieta y su cosmovisión.
Actualmente, gracias al esfuerzo de este colectivo se han logrado rescatar y reintroducir numerosas variedades de maíces criollos y de semillas de otras especies asociadas al sistema milpa que, por causa de diversos fenómenos naturales y sociales —como huracanes, sequías y desplazamientos de la población, entre otros—, se habían dejado de sembrar y estaban en peligro de perderse definitivamente. Esta misión por salvaguardar la diversidad biológica y cultural asociada a la milpa maya tiene una motivación y una historia.
El paso del huracán Isidoro por la Península de Yucatán en 2002 fue devastador. La pérdida de las cosechas para disponer de alimentos en lo inmediato y la pérdida de las semillas para sembrar en el futuro pusieron en riesgo la seguridad alimentaria de la población. Por ello, el huracán se convirtió en el catalizador para que las comunidades se organizaran e implementaran medidas para asegurar la resiliencia de sus cultivos y la disponibilidad de alimentos ante este tipo de fenómenos naturales.
De acuerdo con Misioneros A.C. (MAC) —asociación civil que tiene más de 24 años de trabajo con familias y grupos de productores de la zona sur de Yucatán, con los que inició con actividades sobre hortalizas, parcelas, solares y apiarios, entre otros—, antes del huracán ya existían diagnósticos sobre la disminución en las variedades de semillas, de manera que el fenómeno meteorológico —al hacer más visible esa realidad— sólo aceleró un proceso de trabajo comunitario para proteger la diversidad genética del maíz nativo.
En 2003, un año después del impacto del huracán Isidoro, MAC organizó la primera feria de intercambio de semillas. Ese fue el inicio de una serie de esfuerzos que derivaron en la conformación del colectivo Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán —Káa nán iinájóob, en maya—, el cual representa la voluntad de las comunidades de trabajar en conjunto para preservar los conocimientos agrícolas tradicionales y resguardar las semillas nativas, a través de su intercambio y consecuente diseminación. Las ferias de intercambio de semillas ideadas por MAC se convirtieron entonces en una de las acciones distintivas del colectivo.
A 17 años de su primera edición en el municipio de Chacsinkín, las ferias de semillas se han replicado con éxito en otros municipios y en otros estados de la Península de Yucatán, convirtiéndose en un espacio de confluencia y convivencia para los productores de la región. Estos, además de intercambiar semillas de maíz y cultivos asociados —como calabazas, frijoles, ibes, chiles, tomates y otras especies—, también comparten conocimientos y experiencias sobre la milpa (ich kool, en maya), que para ellos forma parte de esa conexión con sus orígenes, que describe el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas.
El colectivo busca aumentar la disponibilidad de semillas a través de la recuperación, la conservación y el mejoramiento de las variedades que cultivan. No es una tarea sencilla; como colectivo deciden qué variedad y en qué comunidad se trabajará. Dan seguimiento a lo largo del ciclo agrícola para llegar a las ferias de semillas a intercambiar y vender sus productos de la milpa. Hoy, gracias a este esfuerzo, se han logrado identificar, conservar y diseminar semillas de hasta 22 variedades criollas de maíz.
Las semillas locales, además de tener un valor cultural —ya que son la herencia del pueblo maya—, tienen un valor científico de interés global. En ellas puede haber pistas importantes para entender los complejos mecanismos biológicos que hacen que una variedad vegetal sea o no resistente a los efectos del cambio climático, como las olas de calor, las sequías prolongadas o las lluvias torrenciales o fuera de ciclo. En este sentido, MAC y los Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán han apoyado e impulsado procesos de formación de promotores especializados en la conservación de germoplasma y la construcción de bancos de semillas locales, manejados por las propias comunidades.
Actualmente, el colectivo y MAC impulsan —junto con aliados— diversas e innovadoras acciones para fortalecer la milpa maya, ya que los productores de la región con los que trabajan enfrentan amenazas a su territorio y nuevos retos en la producción, como las plagas de follajes y de almacén, pero también otros que combaten desde hace años, como las quemas agrícolas sin control. El Manejo Agroecológico de Plagas, las soluciones herméticas poscosecha, el mejoramiento participativo de semillas y otras prácticas sustentables derivadas de la Agricultura de Conservación son algunas de las innovaciones que han implementado para fortalecer la tradición de la milpa.
Gracias a la visión y el compromiso de ambos, recientemente casi medio centenar de productores de la región que trabajan el sistema milpa se han capacitado en la elaboración y el uso de biofertilizantes y en Manejo Agroecológico de Plagas. Con estas innovaciones, los Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán consolidan un proceso de transición agroecológica.
La seguridad alimentaria de las comunidades y la preservación de la riqueza biológica y la cosmovisión maya relacionada con la milpa constituyen la misión del colectivo. Para este, la herencia y la tradición se fortalecen con la innovación, y por eso es ejemplo de cómo —a través del diálogo entre el conocimiento ancestral, de productores de diversas regiones, y el conocimiento científico— es posible fortalecer las capacidades de las comunidades para que tomen mejores decisiones en favor de su legado cultural y su bienestar.
Fotografía: Misioneros A. C.