Oaxaca.- En el mundo hay más de 476 millones de indígenas —lo que representa el 6.2% de la población mundial— que son poseedores de la mayor diversidad cultural de la humanidad. Por sus vínculos ancestrales con la tierra y con los recursos naturales de donde viven, son fundamentales en la comprensión y el cuidado del medioambiente.
Lamentablemente, la desigualdad, la pobreza, la enfermedad, la discriminación y la inseguridad alimentaria y financiera siguen siendo parte de la cotidianidad de muchos pueblos indígenas, lo cual pone en riesgo la herencia cultural de la especie humana porque, además, los pueblos indígenas cuentan con un sistema de conocimientos único que se transmite, muchas veces, solo en el marco de la comunidad y mediante la tradición oral.
El Día Internacional de los Pueblos Indígenas (9 de agosto) es una oportunidad para revalorizar la herencia cultural indígena y para preservar su legado que, en el caso de México, incluye importantes aportaciones a los sistemas agrícolas. El sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF), por ejemplo, es una práctica sustentable sustentada en los conocimientos de los pueblos originarios mexicanos.
El sistema MIAF es una práctica estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. En la base de este sistema están los saberes tradicionales de agricultores indígenas de Huejotzingo, Puebla, donde ha sido muy útil para la agricultura en laderas de ese estado y de varios más del sur-sureste mexicano.
En Oaxaca, por ejemplo, el MIAF ha sido adoptado por muchas comunidades indígenas en las regiones Mixe y Mazateca donde ha sido promovido por la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) —colaborador del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en ese estado—.
El territorio donde la AMDSL y el CIMMYT promueven el MIAF se caracteriza por tener pendientes pronunciadas —son terrenos de laderas de más del 30 % de pendiente—, de manera que las tierras de cultivo son susceptibles a distintos tipos de erosión y además la mecanización se torna compleja. Gracias al MIAF, sin embargo, se han registrado notables mejorías en los sistemas de producción locales.
En pequeñas parcelas de los municipios de Tamazulapam del Espíritu Santo y Santa María Teopoxco, por ejemplo, se ha manejado el sistema MIAF —con durazno y aguacate— por más de 10 años y a partir de 2014 se incorporó la Agricultura de Conservación. En conjunto, la sinergia de estos dos sistemas ha sido positiva para los agricultores debido a que han disminuido los costos de producción de la milpa, se ha garantizado la seguridad alimentaria, además de incrementar paulatinamente la fertilidad del suelo y generar ingresos extras por la venta de fruta.
Aunque parecería un proceso lineal y simple, detrás de estos logros hay un trabajo intensivo en las plataformas de investigación Teopoxco y Tamazulapam del Espíritu Santo, cuyos datos permiten confirmar la pertinencia de implementar MIAF y Agricultura de Conservación: en la plataforma de Teopoxco el rendimiento del maíz (calculado con datos de cuatro años y considerando 60% de la superficie, debido a que es el área efectiva que ocupan los granos básicos en el sistema MIAF) ha sido superior al consumo anual por familia (que es de 1.2 toneladas al año), siendo los tratamientos con cero labranza los que arrojan mejores resultados, a diferencia de los tratamientos de labranza convencional donde el rastrojo es removido, los cuales no alcanzan a cubrir las necesidades del consumo familiar.
En cuanto a la plataforma en Tamazulapam del Espíritu Santo, el rendimiento de maíz blanco en los cuatro años considerados para el análisis fue superiores en los tratamientos con cero labranza, destacando además que en los dos últimos años de estudio, el efecto de la rotación con leguminosas impactó positivamente en el rendimiento de maíz en ambos tipos de labranza (convencional y cero labranza) (figura 1).