San Pedro del Gallo, Dgo.- En el año 2006 fui a verificar al municipio de San Pedro del Gallo, Durango, un cultivo de maíz totalmente afectado por las malezas —a tal grado, que las plantas de maíz no se apreciaban—. Entonces le pregunté al productor, don Felipe Cossío Compean, cuál era la semilla que había sembrado. Don Felipe me contestó: “La que venden en la tienda del pueblo. Total, la sequía no deja hacer nada”.
Esta anécdota ilustra parte de la complejidad de la agricultura en las zonas áridas de México y la importancia de contar con semilla certificada en lugares como el Semidesierto Lagunero de Durango, donde los esfuerzos por potenciar la agricultura en áreas de temporal se remontan 15 años atrás.
Entre estos esfuerzos destaca la apuesta por semilla certificada Cafime que, en 2015, fue sembrada en 150 hectáreas bajo condiciones de temporal con extrema sequía, obteniendo resultados muy favorables con relación a los rendimientos de maíz grano. Este logro fue posible gracias a la colaboración entre el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Hub Escala Intermedia del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que trabajaron permanentemente con los productores.
A partir de entonces se han incrementado notoriamente las compras de semillas de variedades certificadas por parte de los productores del Semidesierto Lagunero de Durango para los cultivos de maíz, sorgo, avena, triticale y cebada, logrando diferencias notables con respecto a hace 15 años. Ahora, conscientes de los beneficios de las semillas certificadas, los productores de la zona incluso están estableciendo cultivos como el girasol y el frijol ayacote para mejorar diversas condiciones de biodiversidad.
La semilla certificada es la que conserva un grado adecuado y satisfactorio de identidad genética y pureza varietal —parámetros de calidad que certifican que pertenece a la variedad deseada—. Además, la semilla certificada tiene una procedencia verificable y es producida y multiplicada de acuerdo con la normatividad establecida por el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS).
Además, una semilla de variedad certificada permite obtener una buena calidad de cosecha, mayor eficiencia en el uso del fertilizante, incremento de la productividad en general y una sanidad óptima —ya que se les aplica un tratamiento que elimina en gran medida las plagas y enfermedades más comunes—.
Ya que la semilla es homogénea y tiene un alto porcentaje de germinación incluso en condiciones adversas (90% mínimo), es posible usar una dosis menor en las tareas de siembra. A largo plazo y aún considerando el monto de la inversión, los costos se reducen (ya que las producciones son mejores), al igual que se reduce el tiempo invertido en la preparación de la semilla.
La semilla certificada es el fruto de la investigación orientada a lograr una agricultura más competitiva. Solo las semillas de alta calidad genética, fisiológica, física y fitosanitaria son certificadas —estas características se corroboran a través de inspecciones de campo y análisis de laboratorio realizados por personal técnico especializado— por ello es importante combinar su uso con prácticas agrícolas sustentables —lo que permite que expresen su mayor potencial— y, sobre todo, no dejarse engañar por aquellas personas que venden “semilla pirata”. Para verificar que una semilla esté auténticamente certificada recomendamos leer el siguiente artículo: https://idp.cimmyt.org/ten-cuidado-con-las-semillas-pirata/