Texcoco, Edo. Méx.- Las malezas son aquellas plantas que, en un momento, lugar y en un número determinado, resultan perjudiciales o indeseables en los cultivos. Las afectaciones por malezas son muy variables según el tipo de cultivo y la zona agroclimática —además, varias de ellas han desarrollado resistencia a los herbicidas—. Así, mientras se estima que las malezas ocasionan una pérdida directa aproximada de 10% de la producción agrícola global (FAO, 1996), en México el surgimiento de malezas o especies invasoras afecta, en promedio, el 30% del rendimiento de algunos cultivos (Asociación Mexicana de la Ciencia de la Maleza, 2010).
Para hacer un manejo adecuado de las malezas es importante conocerlas, identificarlas adecuadamente —te recomendamos revisar esta infografía sobre clasificación de malezas: https://repository.cimmyt.org/bitstream/handle/10883/20925/62340.pdf— y comprender que, como todas las plantas, compiten por luz, agua, nutrientes y espacio, por lo que es importante realizar el deshierbe en el momento preciso, es decir, en el periodo crítico de competencia que se centra sobre todo en la etapa inicial de desarrollo del cultivo —pasado este periodo la aparición de malezas no representa un riesgo de atención prioritaria—.
Desde luego, también es importante identificarlas adecuadamente porque, algunas, tienen propiedades que pueden ser aprovechadas —como el diente de león (Taraxacum officinale) que tiene propiedades nutricionales, o el chicalote (Argemone munita), que puede ayudar a descompactar el suelo—.
La cobertura del suelo con rastrojo, la diversificación de cultivos y el Manejo Agroecológico de Plagas son algunas de las prácticas que ayudan a reducir la incidencia de las llamadas “malas hierbas”, aunque, cuando aparecen, existen algunos consejos que pueden ayudar a que el trabajo para eliminarlas de las parcelas sea menor.
El doctor Ravi Gopal, científico del CIMMYT, aconseja por ejemplo que en los casos en que el deshierbe se haga de forma manual —como ocurre en muchos estados del país— se usen deshierbadores, que son más ligeros y eficaces en comparación con los azadones —por supuesto, los productores pueden hacer sus propias evaluaciones de la herramienta y optar por la que consideren mejor—.
Este ligero cambio en la herramienta podría hacer una gran diferencia pues, dependiendo de la extensión de la parcela, los 2 kg que suele pesar un azadón pueden influir significativamente en la eficiencia y el tiempo de realización del deshierbe y, por supuesto, en el desgaste físico que implica.
Los deshierbadores tienen un peso considerablemente menor (a penas 900 gramos) que los azadones. Por su diseño permiten reducir notablemente el tiempo del deshierbe y también hacerlo más eficiente. Además, esta herramienta va dejando prácticamente en el mismo lugar las malezas que va arrancando —a diferencia del azadón, que va acumulando y arrastrando las hierbas extraídas—, lo cual no solo hace que el trabajo se aligere, sino que permite aprovechar determinadas malezas —dejándolas ahí mismo— para que nutran al suelo.