Texcoco, Edo. Méx.- Entre los mexicas, la selección de las mejores semillas de maíz era la base de un proceso de mejoramiento continuo. Este proceso se realizaba mediante un ritual, el ritual de la selección de la mazorca donde se apartaban las cualli huecintli, es decir, las mejores mazorcas de la cosecha anterior. Se desgranaban los extremos, quedando solo los granos más grandes del centro. Estos eran la xinaxtli, la semilla seleccionada para la siembra.
Hoy, más de seis siglos después, en varias comunidades de México esta forma de seleccionar las semillas sigue vigente, aunque —lamentablemente— en muchas otras ya no se realiza ningún tipo de selección. Este hecho, sumado a factores como la degradación de los suelos, el monocultivo y el abandono del campo, ha contribuido a que los maíces nativos tengan bajos rendimientos.
Además de ser importantes para la seguridad alimentaria de muchas comunidades, los maíces nativos o criollos —palabra popularizada durante la Colonia para referirse a “los nacidos en América” y, por extensión a las especies animales y vegetales originarias de este continente (aunque, con frecuencia, en un sentido peyorativo)— tienen un gran potencial para brindar información para enfrentar el cambio climático. Así, para fortalecer el cultivo de maíces nativos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), junto con diversos colaboradores, promueve el mejoramiento participativo de maíces nativos en diversas zonas de México.
La selección masal estratificada es la técnica que se emplea en estos esfuerzos de mejoramiento participativo. Mediante esta técnica la milpa se divide en parcelas pequeñas a fin de escoger con mayor rigurosidad la semilla progenitora de la siguiente generación de selección. Al estratificar así la milpa se incrementa la probabilidad de que las características que se busca que las plantas hereden efectivamente sean parte de la información genética de las plantas y no se deba solo a la influencia del medioambiente o las prácticas agronómicas.
Las mazorcas con las características deseadas se seleccionan directamente en la milpa de entre las plantas con competencia directa —es decir, aquellas que tienen otras plantas tanto a los lados del mismo surco como entre los surcos de junto—. Cuando estas mazorcas previamente seleccionadas finalmente se cosechan, se hace una segunda selección a la manera acostumbrada: se seleccionan mazorcas sanas y grandes que luego se desgranan, usando para semilla solo los granos de la parte central de la mazorca —tal y como lo hacían los mexicas siglos atrás—.
Desde luego, el mejoramiento de los maíces nativos es un proceso que implica varios ciclos de selección y que requiere un acompañamiento técnico adecuado, pero, en el mediano plazo, este método permite mejorar las variedades locales y mantener a la vez la diversidad genética. Por esta razón, el CIMMYT y sus colaboradores imparten talleres donde los productores aprenden los procedimientos específicos en cada etapa del desarrollo del cultivo, como la eliminación de la flor masculina de los ejemplares no deseados y la selección de mazorcas de las plantas marcadas —las que tienen las características deseadas, como grosor del tallo, sanidad de la planta, precocidad, porte, altura y tamaño regular de mazorca, vigorosidad, resistencia a factores internos y externos, e incluso la competencia de nutrientes y la resistencia a plagas y enfermedades—.
Al mejorar las características genéticas de los materiales nativos de cada región es posible obtener rendimientos más favorables, pero también fortalecer la cultura. Así, por ejemplo, el mejoramiento participativo ha contribuido a preservar la herencia de cultivo de la comunidad otomí y de la comunidad maya —te recomendamos leer los artículos Mejoramiento participativo de maíces nativos, un camino para preservar la diversidad biocultural y Los productores mayas y el mejoramiento participativo de maíz nativo—, ayudándoles a preservar su patrimonio biológico y cultural.
El mejoramiento participativo permite hacer más rentable la milpa, pero solo afianzando prácticas sustentables se podrá asegurar la preservación funcional de la biodiversidad de los maíces nativos. En este sentido, la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —que impulsa la Secretaría de Agricultura y el CIMMYT— es relevante, pues a través de ella se ha estudiado la diversidad de más de 15 mil variedades nativas de maíz y se han ingresado más de 100 millones de nuevos datos al Atlas Molecular de Maíz —una de las contribuciones científicas más relevantes de México al mundo en la actualidad—, lo cual deriva en maíces con mayor tolerancia al calor y la sequía y resistentes a enfermedades.
Además de promover la conservación y el uso de la biodiversidad de las variedades nativas en favor de la seguridad alimentaria —te recomendamos leer Maíz nativo de Yucatán regresa a su localidad de origen— también se trabaja en la identificación de maíces nativos con alto potencial productivo para comercialización —te puede interesar Maíz azul de alto potencial productivo—. Esto, sin duda, confirma que los caminos de adaptación y evolución del maíz son un proceso que inició hace siglos y que continúa hasta nuestros días. En el caso del mejoramiento participativo, esto es posible gracias a la colaboración entre agricultores y científicos.
Fuentes:
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Campos, C. F. (2017). Los criollos novohispanos frente a la teoría de la degeneración: de la apologética a la reivindicación. En-Claves del pensamiento, 11(21), 15-40.
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Espinoza, J. A. G. (2018). Maíz, axis mundi: maíz y sustentabilidad. Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
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González Torres, Y. (2007). Etnografía del maíz: variedades, tipos de suelo, y rituales en treinta monografías. Etnografía de los confines. Andanzas de Anne Chapma, 179-220.