Querétaro.- Los municipios de Pedro Escobedo y San Juan del Río, en Querétaro, conforman una zona de alta producción de maíz y cebada (debido a las condiciones de riego y los suelos profundos y fértiles). El sistema de producción convencional que predomina en la zona, sin embargo, presenta una problemática compleja: el laboreo excesivo de cada año (subsuelo, barbecho, rastreo doble, tabloneo, surcado) conlleva altos costos de producción, el uso indiscriminado de plaguicidas y la fertilización con bases empíricas ocasiona que estas acciones sean excesivas en algunos elementos y deficientes en otros y, además, la baja disponibilidad de agua hace que en algunos ciclos los productores no puedan establecer cultivos de invierno.
Las prácticas sustentables que pueden dar respuesta a esta problemática tienen como base al sistema de Agricultura de Conservación (mínima labranza, cobertura del suelo y diversificación de cultivos), el uso racional de fertilización con base en análisis de suelo y el Manejo Agroecológico de Plagas. En este sentido, en la plataforma de investigación San Juan del Río III colaboran el despacho Sustentabilidad Agropecuaria de Querétaro (SAQ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para evaluar distintas prácticas agrícolas a fin de identificar las mejores para los productores de la zona.
Entre los resultados recientes de esta plataforma de investigación destaca que la siembra en camas anchas, independientemente del sistema de labranza, permite obtener mayores rendimientos tanto de maíz como cebada. Además, este sistema asemeja un riego terciado, lo que supone un importante ahorro de agua. La reformación de camas anchas o angostas tiene un costo similar cuando se maquila; sin embargo, en camas anchas se reduce el tiempo de operación y por lo tanto el gasto de combustible.
Una menor labranza implica un menor costo de producción (en la plataforma se han tenido ahorros de $3,600 por hectárea en cada ciclo por este concepto), menor tiempo requerido para preparar el terreno y mejora en las características físicas, químicas y biológicas del suelo. En este sentido, los beneficios de las camas permanentes son evidentes: mientras que el sistema de labranza convencional se requiere hacer barbecho, paso doble de rastra y formación de camas; en camas permanentes solo se reforma la cama cada ciclo.
Entre los productores de la región existe la creencia de que dejar rastrojo sobre la superficie del suelo afecta el desarrollo y rendimiento de la cebada. No obstante, en la plataforma se ha observado que la cantidad de rastrojo que se queda sobre la superficie tiene un marcado efecto en el rendimiento del cultivo subsecuente. En 2017, por ejemplo, el rendimiento del cultivo aumentó con una mayor cantidad de rastrojo (lo cual podría estar relacionado principalmente con un mayor aprovechamiento del agua). Esto, a pesar de que se presentaron bajas temperaturas y se observó un ligero daño en las hojas de la cebada.
Con estos resultados, la recomendación general para la zona es dejar al menos el 50% del rastrojo que se produce en cada ciclo. Los beneficios se observarán en un mayor aprovechamiento del agua, menor incidencia de malezas y mayor rendimiento de grano. Los productores que estén interesados en conocer más sobre estas prácticas sustentables puede visitar la plataforma que está ubicada en la localidad de El Organal, en San Juan del Río, Querétaro.