Nepal es un país agricultor cuyo sector es el mayor generador de ingresos para la mitad de la población. Pese a esto, la realidad es otra pues el país no es capaz de producir las suficientes siembras para satisfacer las necesidades de este, por lo que los granos de arroz, maíz, y cereales deben importarse.
El envejecimiento de la población agricultora junto con la merma de interés entre los jóvenes hacia la agricultura es uno de los factores influyentes. Muchos de los jóvenes no ven al sector agricultor como una opción de empleo, por ello deciden viajar al extranjero para tener más oportunidades de trabajo. No obstante, hay algunos jóvenes como Pradeep Morya, que perciben a la agricultura como un negocio rentable.
“Es mejor trabajar arduamente en tu país natal que irse al extranjero y trabajar sin descanso”, señala Morya, un joven agricultor de 24 años de Banke, Nepal, quien es feliz viviendo cerca de su familia y que ha brindado su apoyo a la seguridad alimentaria de su país: “Me gusta trabajar en el campo sembrando una hectárea de maíz primavera”, explica. Mi actividad empresarial inicia con darle mantenimiento a mis siembras de maíz primavera, a las de calabazas y a las de los frijoles que sembré en una pequeña parcela de tierra para generar un ingreso extra.
Morya, quien trabaja junto a su hermano mayor, ha usado 30 katthas de tierra (lo equivalente a 0.36 hectáreas) para sembrar las variedades de maíz primavera Pioneer 1899 y DK 9108. Su hermano, miembro de la Cooperativa de Mahatarkari en Duduwa, al occidente de Nepal, le ha compartido los conocimientos y la pericia que se requieren para la siembra del maíz primavera.
La Cooperativa Mahatarkari es una de las 50 cooperativas que trabajan en colaboración con el Proyecto de Semillas y Fertilizantes de Nepal (NSAF, por sus siglas en inglés) que el Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y del Trigo (CIMMYT) puso en marcha. NSAF trabaja con las cooperativas para capacitar y aportarle a los agricultores de los conocimientos técnicos que afinen su potencial y el prohijamiento de las tecnologías modernas que puedan mejorar su sustento. Después de su participación en los programas organizados por la NSAF, Morya se va a cerciorar de seguir con las recomendaciones que recibió sobre la preparación del suelo, manejo de semillas, siembra, y así implementarlas en su campo.
DE REGRESO AL RANCHO FAMILIAR.
Hace algunos años, la situación era diferente. Morya, así como otros jóvenes nepaleses, viajó al extranjero a probar suerte en el ámbito laboral. Trabajo en Malasia por dos años hasta que se vio obligado a regresar a Nepal debido a la pandemia del Covid-19.
“Imagine que tendría un futuro resplandeciente yendo al extranjero, pero cuando llegue, la realidad fue otra”, recuerda. “Regrese a mi país antes del confinamiento que sucedió en el mes de abril del 2021, traía unos pocos ahorros y cuando llegue a Nepal, no tenía idea de mi propio futuro. Deje la escuela después del 5to año de primaria y fue muy difícil conseguir un trabajo decente ya que no contaba con ninguna formación académica ni habilidades”.
Ya que el país se encontraba en confinamiento, Morya decidió quedarse y ayudar a su familia con el rancho. Fue su hermano quien lo encamino en la siembra y fue adquiriendo los conocimientos para manejar el rancho y comenzó a obtener ganancias. Le atrajo dedicarse a la agricultura a largo plazo y ahora tiene una visión prometedora de ella.
“La agricultura necesita de esfuerzos constantes y con las aportaciones tecnológicas, el labrado se vuelve fácil y eficiente. Trabajo todos los días para segar las siembras en grandes cantidades que me den beneficios. Controlo la maleza, el riego y a las plagas”, señaló.
“También tengo ganado y obtengo forraje adecuado de la maleza y del maíz primavera para mis vacas y búfalos. Igual vendo leche en el mercado y me aseguro de sembrar vegetales no estacionales para obtener un precio justo como ingreso extra”. Con el apoyo recibido de su familia, Morya compro una motoneta que usa para llevar y vender sus productos.
Para afanar sus esfuerzos, Morya ha participado en la Red de la Comercialización del Maíz de Nepal y usa la aplicación de Geo Krishi para conocer sobre el mercado actual de los precios. “Antes de saber acerca de la comercialización de los cultivos, fue difícil obtener buenas cantidades por parte de los compradores”, explicó. “Ahora le hablo a los distribuidores locales y compradores para conocer el mejor valor comercial de mis granos. A veces, igual estudio el mercado. Luego, analizo el precio y vendo el maíz”. Él utiliza un sistema parecido para los vegetales no estacionales, ya sea que los venda en el mercado local o directamente a los consumidores por un precio más alto. “Tengo un ahorro de 1500 rupias nepalíes que son aproximadamente $11.00 dólares estadounidenses por día”, explica.
UNA VIDA PROMETEDORA
Con las ganancias obtenidas de su negocio agrario, Morya ha logrado cumplir su sueño de comprar una bicicleta y aportar para la construcción de una casa de ocho habitaciones donde su familia puede vivir cómodamente. “A mis amigos y a mi nos gusta rodar por las noches, también llevo a mi mamá a dar una vuelta, y ahora tengo el sueño de tener una vida próspera a lado de mi familia”.
Gracias al apoyo otorgado por el proyecto de NSAF con un financiamiento generoso de USAID, jóvenes como Morya pueden ir en busca de una mejor vida para ellos y sus familias. Los programas de capacitación agraria han apoyado a los jóvenes a cumplir no solo sus necesidades básicas, sino que a alcanzar sus metas. Se espera que los esfuerzos en desarrollo empoderen a los agricultores a través de la ciencia e innovación para seguir apoyando a los jóvenes agricultores como Morya y así romper con las cadenas del desempleo tanto para sus propios beneficios y los de Nepal.