Para reflexionar sobre el tema, en el marco del Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, el foro convocó a especialistas del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) México, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Durante su intervención, Bram Govaerts, director general del CIMMYT, destacó que la actual crisis en Ucrania subraya la necesidad de contar con soluciones a largo plazo para la seguridad alimentaria mundial. Expuso que el conflicto bélico ha trastocado el mercado global de trigo, afectando primeramente a los países de Medio Oriente y África que dependen del trigo cultivado en Rusia y Ucrania, pero también ha exacerbado la migración internacional como consecuencia del incremento de los precios de los alimentos en muchas regiones del mundo, incluyendo América Latina.
Govaerts también señaló que siendo Rusia uno de los más importantes productores de fertilizantes a nivel global, para el siguiente ciclo será esencial “difundir urgentemente las prácticas que generan más grano por unidad de fertilizante, lo cual incluye el uso de sensores ópticos, el desarrollo de mapas de fertilidad, la optimización de la fertilización en zonas que usan grandes cantidades de estos insumos —para permitir la disponibilidad en otras zonas—, el uso de fertilizantes orgánicos, entre otras prácticas”.
Además de los conflictos, enfatizó el director general del CIMMYT, el cambio climático está afectando a la agricultura a través de fenómenos meteorológicos más extremos, como sequías e inundaciones: “El aumento de la temperatura reduce los rendimientos globales de los principales cultivos. Sin una agricultura adaptada a estos cambios, cada grado que aumente la temperatura media global estaría reduciendo los rendimientos de trigo en un 6% y de maíz en un 7.4% en promedio”.
Para responder a estos retos, Govaerts comentó que México cuenta con la experiencia para desarrollar sistemas agroalimentarios sustentables —iniciativas como MasAgro-Cultivos para México son un ejemplo de ello—, hecho que resalta la importancia de invertir en investigación científica: “el 70% de semillas de trigo y más del 50% de semillas de maíz sembradas en el mundo derivan de la investigación en mejoramiento que se realiza en México desde el CIMMYT y una amplía red de colaboradores”.
A través del CIMMYT, México hace alrededor de 1,500 envíos de semillas anuales a diferentes países y varias de esas semillas son de variedades resistentes a sequía. “Nuestro llamado es a que la intervención humanitaria incluya semilla resistente a sequía para las zonas susceptibles a este fenómeno y así generar resiliencia global hacia el futuro”, enfatizó el directivo del CIMMYT.
En este mismo sentido, durante su intervención en el bloque orientado a abordar los desafíos para la adopción de mejores prácticas en sistemas de producción agrícola, Jelle Van Loon, científico del CIMMYT, mencionó que el organismo internacional con sede en México y sus colaboradores también están “impulsando AgriLAC Resiliente, un proyecto muy amplio en América Latina construido sobre el concepto de Hub, o nodo de innovación, que caracteriza a programas como MasAgro-Cultivos para México y proyectos de Abastecimiento Responsable, con los que conectamos con el mercado a los productores a quienes apoyamos a desarrollar capacidades en temas de Agricultura Sustentable”.