Texococo, Edo. Méx.- La capa de ozono protege a todos los seres vivos de la mayor parte de la dañina radiación ultravioleta del Sol que puede causar, entre otras cosas, quemaduras y cáncer en la piel, cataratas en los ojos, problemas con el sistema inmune y alteraciones en la fotosíntesis de las plantas.
El “agujero” en la capa de ozono forma parte de un fenómeno natural —diferente del calentamiento global— que ocurre en los polos durante el invierno, pero que es agravado por la emisión de gases clorofluorocarbonos —provenientes principalmente de la industria—. También el óxido nitroso es un gas que afecta la capa de ozono. Este gas contaminante es producto de la síntesis y aplicación de fertilizantes nitrogenados que son empleados en la agricultura.
El nitrógeno (N) está involucrado en la producción de la clorofila, sustancia que les da a las plantas su característico color verde. Este elemento esencial es indispensable para el crecimiento y la fotosíntesis vegetal, así como para la obtención de buenos rendimientos en la producción agrícola. Sin embargo, su ciclo y absorción son procesos muy complejos —en la naturaleza este elemento es abundante en el aire, pero escaso en el suelo—, por lo que en el ámbito agrícola se debe recurrir a los fertilizantes nitrogenados, cuya aplicación es igualmente compleja.
Cultivos como el trigo, por ejemplo, solo absorben entre 20 y 35% del fertilizante nitrogenado. El resto se pierde porque se volatiliza o escurre, ocasionando pérdidas económicas y contaminación ambiental —se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18%—. Gran parte del problema está relacionado con el manejo inadecuado del fertilizante y la falta de herramientas prácticas que permitan determinar las cantidades adecuadas que cada cultivo necesita, por lo que es fundamental optimizar su aplicación.
El uso de sensores ópticos permite hacer un uso racional del fertilizante nitrogenado al determinar con mayor precisión la dosis que los cultivos requieren. Esto favorece una mayor uniformidad del cultivo, un ahorro importante de fertilizante y —en consecuencia— una optimización de este.
Los sensores ópticos funcionan leyendo los valores NDVI (Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada) tanto de una franja de referencia como del área de diagnóstico, donde se aplicaría la recomendación de fertilización dada por el sensor. Estos valores son una estimación del “verdor” de las plantas —una planta sana tiene un color característico, señal de una actividad fotosintética y una nutrición adecuada—, que el sensor procesa mediante un modelo matemático para, finalmente, arrojar una recomendación.
Los sensores ópticos son una de las tecnologías que promueve el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para disminuir el impacto ambiental de la agricultura. Si algún productor está interesado en saber más sobre esta tecnología, puede contactar a nuestro equipo técnico: @accimmyt