Juan Pablo Wattenbarger Cortez es un productor de la comunidad de San José, en Bácum, Sonora. Tiene 51 años de edad, cuenta con más de 30 años de experiencia en el campo y es uno de los pioneros de la zona en cambiar la forma de trabajar la tierra. Su acercamiento a la Agricultura de Conservación (AC) fue por cuenta propia hace cinco años. “Lo que me impulsó a buscar alternativas fue la inquietud de ver cómo otros productores obtenían buenos resultados; por eso decidí cambiar, para ver si mejoraba mi producción y mi rentabilidad”, comenta.
Al no contar con la experiencia o el conocimiento de la metodología de trabajo, inicialmente los resultados no fueron los mejores, pero una vez que se acercó a las instituciones y los técnicos certificados por el CIMMYT, logró resultados favorables. “Ya tengo algunos años haciendo Agricultura de Conservación, y las experiencias han sido muy buenas, más que nada en el ahorro de los costos de producción, que es donde primero se nota el cambio. Al reducir el paso de maquinaria, ahorras bastante en el gasto de diésel. Después se empieza a notar un suelo más fértil, lo que lleva a que, con el paso del tiempo, se logre un rendimiento más elevado que antes”, menciona.
Con respecto a la calidad del suelo, refiere que “el cambio más notorio se dio en la fertilidad de la tierra: se nota un suelo más blando, que no se endurece y tiene más cuerpo. Además, el cambio en la población de malezas también se nota: se ha reducido cerca de 40%. Lo noto en los días que el suelo no tiene cultivo. Antes se llenaba de correhuela y quelite en todas las parcelas, y ahora se ha reducido mucho toda esa infestación. Además, uso biofertilizantes, microrganismos más que nada”.
Para Juan Pablo, la clave para obtener mejores resultados con AC es el aprovechamiento del rastrojo y el uso de maquinaria especializada, aunque comenta que “la poca disponibilidad de maquinaria para AC fue el principal obstáculo, pero hay que saber adaptarse a lo que se tiene, pues muchas veces no se cuenta con el equipo necesario; sin embargo, adaptando nuestros propios equipos, también salen las cosas muy bien. Si no se cuenta con la maquinaria adecuada, hay que adaptar nuestros equipos y trabajar con lo que hay”.
La AC, además, ha hecho posible que Juan Pablo optimice su sistema de producción, permitiéndole incluso tener más tiempo disponible para su familia. “Mi familia notó ese cambio en mí porque ahora sienten que paso más tiempo con ellos, y eso es bueno para mí y para ellos. La Agricultura de Conservación cambió mi forma de vivir y de pensar; me he vuelto más inquieto y me resultan más atractivas todas las innovaciones”, señala.
Por estas razones, invita a todos los productores a que se animen a practicar la Agricultura de Conservación y dejen atrás los miedos. “La verdad es que yo también tenía mis miedos, pero una vez que empiezas ya no paras, y cada vez aprendes más. Si no lo hacen ahora, lo van a hacer más adelante por necesidad, pues esto es el futuro de la agricultura. Tarde o temprano todos tendremos que practicar la AC, por beneficio propio y por el del medioambiente, que estamos deteriorando cada vez más con las prácticas convencionales que realizamos”.
A través de este testimonio, se puede observar de forma clara cómo —mediante la articulación del esfuerzo de instituciones, despachos, técnicos y productores— es posible impulsar una Agricultura Sustentable y eficiente y asegurar así que las innovaciones desarrolladas sean las adecuadas para cada tipo de terreno y de productor. Este último es el actor central, pues —finalmente— es el productor el único que puede tomar las mejores decisiones en favor de su sistema de producción. Súmate a #AgriculturaConCiencia.
Por: Carlos Torres García, Agrinova.