Entre el año 1990 y el 2020 la cantidad de migrantes centroamericanos aumentó 137 %; esto es, pasó de 6,8 millones a casi 16,2 millones. Si bien las causas de este fenómeno son múltiples y establecen una relación compleja, hay un aspecto que merece particular atención por incidir directamente en la seguridad alimentaria de la región: la agricultura.
La migración sugiere una respuesta a la falta de oportunidades en el campo y ha conducido a una escasez de mano de obra en el sector, aumentado los costos de producción. De acuerdo con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), los rendimientos de maíz podrían caer un 12,6% en El Salvador, un 4% en Guatemala, un 16,2% en Honduras, un 7,4% en México y un 17,7% en Nicaragua para el año 2055 si no se implementan las medidas de adaptación y mitigación a las nuevas condiciones climáticas.
En un artículo publicado recientemente, el doctor Bram Govaerts, científico que ocupa la dirección general del CIMMYT —centro de investigación científica internacional sin fines de lucro, cuya sede está en México—, expone cómo la crisis climática está impactando en el fenómeno migratorio en la región.
“El mundo no está en camino de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C a finales del siglo XXI. Estas son malas noticias especialmente para los sistemas agrícolas a pequeña escala que dependen de las lluvias estacionales y son más vulnerables a los efectos combinados de un mundo más caliente y seco”, señala Govaerts.
Los investigadores del CIMMYT estiman que, sin adaptación, cada aumento de grado en las temperaturas medias globales reducirá, en promedio, los rendimientos de maíz en un 7,4 % y los rendimientos de trigo en un 6 %. Esta disminución causada por el cambio climático, señalan, ya está impactando Guatemala, Honduras y El Salvador, donde aproximadamente 5,8 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria aguda.
Como resultado de la inseguridad alimentaria, señala el doctor Govaerts, los flujos migratorios de la región han aumentado drásticamente después del pico de la pandemia y han originado una crisis alimentaria. Ante esta crisis, señala Govaerts, “el CIMMYT está listo para implementar las Iniciativas Integradas de Sistemas Agroalimentarios en América Central y el Caribe aprovechando su red de investigación”.
“La metodología se perfeccionó en México con la implementación del exitoso proyecto de 10 años MasAgro, que amplió las prácticas agrícolas sostenibles basadas en la intensificación y las nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento y resistentes al clima en más de 1 millón de hectáreas en todo el país, beneficiando a más de 300 mil agricultores”, menciona.
Finalmente, el director general del CIMMYT enfatiza que al abordar la inseguridad alimentaria y el fenómeno migratorio es importante considerar que es necesario invertir en programas nacionales de mejoramiento que desarrollen nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento, resistentes al clima; mejorar las prácticas de manejo del suelo y la eficiencia del uso de fertilizantes; ampliar los servicios de extensión y asesoramiento sobre las prácticas de gestión agrícola, entre otras medidas que pueden ser consultadas en el artículo Cómo abordar la inseguridad alimentaria que impulsa la migración forzada.