En una parcela de San Cristóbal Valle de Santiago, en el estado de Guanajuato, encontramos a Joel, un agricultor dedicado y visionario cuya historia es un ejemplo de cómo la agricultura sostenible y la innovación tecnológica pueden transformar el campo y la sociedad.
Con 56 años de edad y más de tres décadas de experiencia cultivando la tierra que heredó de su padre, Joel ha sido testigo de los desafíos y oportunidades que enfrenta el sector agrícola, como el cambio climático, el aumento del precio de los insumos, entre otros.
La historia de Joel es también la historia de una comunidad que se une en torno a la búsqueda de prácticas agrícolas más eficientes y amigables con el medioambiente. Su parcela es el laboratorio donde experimenta con técnicas como la agricultura de conservación —sistema de producción sustentable que permite cuidar suelos y agua— y el riego por goteo, buscando reducir costos, aumentar la producción y proteger los recursos naturales.
“Desde que adoptamos la agricultura de conservación en el año 2020 hemos visto cambios espectaculares en nuestros rendimientos”, comparte Joel. “Obtuvimos 7.5 toneladas por hectárea de cebada y 18.5 toneladas por hectárea de maíz, todo mientras reducimos nuestros costos en un 20%. Es un cambio que se traduce en mayor rentabilidad y en un impacto positivo para el medioambiente”, comenta.
Uno de los principales impulsores de esta transformación ha sido el proyecto Cultivando un México Mejor, una iniciativa conjunta entre CIMMYT y HEINEKEN México que ofrece asesoría personalizada y capacitación en prácticas agroecológicas a productores como Joel. “Los técnicos de Cultivando un México Mejor nos han brindado herramientas y conocimientos que han sido clave en nuestra transición hacia la agricultura de conservación”, destaca el agricultor.
La innovación no se detiene en la adopción de la agricultura de conservación. Joel también ha incursionado en el uso de métodos alternativos de control de plagas, como el empleo de bacterias y hongos benéficos. Además, en su parcela se están implementando tecnologías para optimizar la fertilización y otras innovaciones a fin de reducir la dependencia de pesticidas químicos y preservar los recursos naturales, comenta Joel.
La familia de Joel también ha sido parte fundamental de este proceso de cambio. “Mi esposa y mis hijos están contentos ya que la utilidad ha sido mayor en comparación con otros ciclos que se cultivaba de forma convencional”, menciona entusiasmado porque con esta nueva forma de cultivar también se han incrementado las posibilidades de asegurar los estudios universitarios de sus hijos, de quienes espera también aprendan a cuidar el medioambiente.
“Además, nuestros vecinos están interesados en unirse al proyecto”, afirma Joel con orgullo, añadiendo que ahora en su parcela se realizan recorridos de campo para mostrar a otros agricultores las innovaciones que ahí se han implementado. Durante estos recorridos, Joel comparte su experiencia y conocimientos con entusiasmo.
El mensaje que Joel desea transmitir a sus colegas agricultores es claro: no teman a las innovaciones. “Las tecnologías que nos ofrecen los técnicos de CIMMYT están validadas y han tenido éxito”, enfatiza. “Al adoptar prácticas sostenibles, no solo aseguramos la rentabilidad de nuestras unidades de producción, sino que también contribuimos a conservar los recursos naturales para las generaciones futuras”.
El camino hacia una agricultura resiliente y sostenible está marcado por la colaboración, la educación y la voluntad de adaptarse a los desafíos del presente y del futuro. Joel y otros productores como él son ejemplos vivos de cómo la innovación agrícola sostenible tiene el potencial de transformar no solo el campo, sino también las comunidades y el planeta.