Ciudad de México.- Para el año 2030 será necesario poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente; poner fin a todas las formas de malnutrición; duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de pequeña escala; asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.
La anterior es una síntesis de la metas del Objetivo 2: Hambre Cero, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el cual fue el punto de partida del Foro Kellogg por la seguridad alimentaria dedicado a la Innovación y Tendencias en favor de la Seguridad Alimentaria que se desarrolló con motivo del Día Mundial de la Alimentación.
El foro contó con la participación de Roberto Vázquez, director de Asuntos Corporativos de Kellogg para América Latina; Jelle Van Loon, representante del Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para América Latina; y Marco Antonio Herrera Oropeza, director de Planeación Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, quienes coincidieron en que en la lucha para la erradicación del hambre y la malnutrición es necesario unir y coordinar esfuerzos entre gobierno, iniciativa privada, academia y centros de investigación.
“El que impulsamos con el CIMMYT es un proyecto de muy alto valor en términos de los resultados tangibles que arroja: nuestro propósito es apoyar a un millón de productores en México y avanzar en un esquema que genere un mayor entorno de bienestar para los agricultores. El programa se llama Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, se desarrolla en diversos puntos del norte del país y de El Bajío. Actualmente está beneficiando a unos 400 agricultores quienes están implementando prácticas de Agricultura Sustentable en más de 6,000 hectáreas de tierra”, comentó Roberto Vázquez
El representante de Kellogg agregó que “al cultivar ese grano de la más alta calidad, que es producto nacional para consumo nacional, se está logrando producir más grano con menos agua, un uso idóneo de los productos para tratamiento de semillas y control de plagas y malezas, y se ha logrado disminuir en un 23% la emisión de CO2 a la atmósfera”. Estas acciones directamente en el campo se suman a otros esfuerzos de la organización con bancos de alimentos y la apuesta por empaques reutilizables, reciclables y compostables, a fin de evitar el desperdicio de alimentos y para brindar alimentos nutritivos y de calidad a la sociedad.
Jelle Van Loon agregó que “esos 400 productores del proyecto con Kellogg lograron, a partir de las prácticas sustentables, tener una rentabilidad del 36%. Se espera que, en la segunda etapa del proyecto que inició este año, se siga por ese camino para impactar en mil familias de productores y cubrir más de 20 mil hectáreas donde se producirán más de 190 toneladas de maíz amarillo de forma sustentable”. Esta producción, dijo, contribuye a que México avance en lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria.
Van Loon también comentó que el CIMMYT trabaja con la Secretaría de Agricultura en Cultivos para México, iniciativa que articula esfuerzos de los sectores público, privado, social y académico. El trabajo colaborativo que impulsa el CIMMYT, señaló, impacta en 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y agregó que el Banco de Germoplasma que custodia de CIMMYT, el Atlas Molecular del Maíz, las variedades de maíz de alto valor nutricional, así como las tecnologías poscosecha, la mecanización inteligente, la diversificación de cultivos y sobre todo el acompañamiento técnico, son algunas de contribuciones más notables del centro y sus colaboradores para la seguridad alimentaria de la sociedad mexicana.
En ese sentido, Marco Antonio Herrera Oropeza enfatizó en la importancia de la colaboración entre sectores para lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria de México. Expuso la diversidad de programas e iniciativas que la Secretaría de Agricultura impulsa y el énfasis que se está dando a los sectores más vulnerables de la población, por lo que los cultivos básicos, como el maíz, dijo, son de particular interés para las políticas y programas públicos, los cuales se han fortalecido con las contribuciones de la ciencia desarrollada en México.
“Muchos de los sistemas en los que nos estamos apoyando han sido desarrollados por instituciones de investigación como el CIMMYT. La Agricultura de Conservación, la certificación y desarrollo de semillas resilientes al cambio climático, promover y sensibilizar a los agricultores sobre la necesidad de implementar una agricultura más sostenible”, mencionó, son contribuciones de gran valor para apoyar a todas las instituciones que buscan garantizar la disponibilidad de alimentos sanos, nutritivos e inocuos para todos los mexicanos.