Cuautempan es uno de los 217 municipios del estado mexicano de Puebla. Se localiza en el norte de la entidad, en la Sierra Norte, donde las pendientes pronunciadas y la producción de maíces nativos para el autoconsumo son características de la agricultura local. Allí, se encuentra la plataforma de investigación Cuautempan, donde investigadores del CIMMYT y sus colaboradores evalúan y promueven innovaciones agrícolas pertinentes para la región.
“Aquí en Cuatempan, en Tetela de Ocampo, y en toda la región de la Sierra Norte de Puebla, muchos de los hombres que normalmente trabajarían el campo tienen que migrar o están desempeñando otras labores, entonces las mujeres son quienes se han hecho cargo de las tareas agrícolas, muchas de ellas son quienes toman las decisiones de lo que se hace en el campo y, en ese sentido hemos trabajado en generar, a través del conocimiento, empoderamiento con perspectiva de género”, refieren colaboradores del Hub Valles Altos del CIMMYT.
“A través de la iniciativa Excellence in Agronomy buscamos hacer transversal el conocimiento, donde los sistemas de escala baja, como lo que vemos en esta plataforma, interactúan y se retroalimentan con otros, a veces muy diferentes a ellos, como los de alta productividad del Bajío o el norte del país. Esa es la ventaja de formar parte de una red de investigación más amplia”, comentan los investigadores de la plataforma.
Junto con las productoras y productores locales “desarrollamos un taller para reflexionar sobre qué tanto los tratamientos agronómicos que tenemos en la plataforma siguen siendo vigentes para atender las problemáticas y necesidades actuales, y lo hicimos desde la perspectiva de género porque estas productoras también son amas de casa, se encargan de los niños, crían gallinas, borregos y otras labores, entonces desde la ciencia aplicada al campo tratamos de dar respuesta a esas dinámicas locales, eso puede hacer la diferencia cuando la producción se va al autoconsumo o sirve de fuente económica alterna, así que verse involucradas y tomando decisiones para mejorar su sistema, eso contribuye a su empoderamiento”.
Por el contexto de la región el enfoque de la plataforma ha sido investigar el sistema milpa: “actualmente estamos investigando maíces criollos —se ha observado que los de la región son resistentes a enfermedades y con hojas bien cerradas que evitan la pudrición en los meses más lluviosos— y aspectos como el arreglo topológico, porque anteriormente aquí se sembraba de metro por metro y se ponían hasta seis semillas por golpe. Actualmente en el sistema se está modificando y hemos logrado buenos resultados con 75 cm entre surco y 60 cm entre mata, impactando favorablemente en el rendimiento”, comenta Fidelia González, responsable de la plataforma.
“Aquí a las señoras les gusta echar tortillas con el maíz criollo porque tiene mayor elasticidad y rinde más, así que el objetivo es seguir mejorando este maíz en aspectos de selección masal —mejoramiento basado en la selección de los mejores ejemplares—, identificando los maíces más precoces y bajar los portes porque las milpas llegan a medir de tres hasta seis metros y aquí en temporada de lluvias hay mucho aire y eso nos afecta en los rendimientos. Eso es lo que estamos haciendo junto con la comunidad, mejorando los maíces criollos que tenemos”, menciona Fidelia, quien agrega que también hace falta un banco de semillas porque muchos productores están perdiendo sus maíces nativos.
Sobre el aspecto de género, Fidelia señala que “aquí hay mucha migración temporal, las señoras se quedan solas, los hombres se van al norte a trabajar dos o tres meses, por ello estamos incluyéndolas en las capacitaciones. Afortunadamente hablo náhuatl, soy originaria de aquí, entonces les hago reflexionar mucho sobre la importancia de que tengan maíz para su consumo, de que ya no tengan que comprar para sus animales, y aparte que diversifiquen con otros cultivos, eso les ayuda a ahorrar y a que dispongan de más alimentos para su familia”.
La capacitación de mujeres en agricultura puede disminuir los efectos negativos en tiempos adversos: “desafortunadamente con la pandemia los hombres no tenían trabajo y en muchos lugares no había maíz, entonces la mujer tenía que ver la manera de cómo alimentar a la familia. Eso lo que me ha motivado a seguir trabajando con las señoras, porque ellas son clave para lograr la seguridad alimentaria”, sostiene Fidelia.
“Aquí vienen mujeres jóvenes, mujeres de treinta años en adelante, y hasta las abuelitas porque quieren aprender, quieren innovar. Es gratificante encontrar señoras que ya te preguntan y que se preocupan de alguna forma por querer cambiar su sistema. Ya han probado y puesto en práctica lo que ven en los talleres de capacitación en donde te dicen «inge, antes yo no podía producir en mi suelo porque estaba pobre y ahora que dejo todo el rastrojo logré cosechar mejor maíz que en otros años». Así, entre ellas se platican sus experiencias; y ese es el propósito de la plataforma, facilitar el intercambio de experiencias”, concluye Fidelia.