Los gusanos cogollero, soldado y elotero y la gallina ciega son algunas de las plagas que más han afectado a los productores de la región Huasteca hidalguense. En la mayoría de los casos, el control de estas se hace con plaguicidas como la cipermetrina (que pertenece a un grupo de pesticidas llamados piretroides, potencialmente nocivos para peces y abejas), que —por dosis excesivas o periodos de contacto prolongados— puede afectar la salud de los trabajadores agrícolas.
Como alternativa para disminuir el riesgo ambiental y de salud que representan diversos plaguicidas químicos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) articulan esfuerzos para promover, en varias partes del país, enfoques agroecológicos para el manejo de plagas.
En Huautla, Hidalgo, por ejemplo, recientemente se realizó un ciclo de actividades de intercambio de experiencias y capacitación en Manejo Agroecológico de Plagas. En esta gira participaron técnicos que colaboran con el programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, provenientes de los municipios hidalguenses de Atlapexco, Huazalingo, Huejutla de Reyes, San Felipe Orizatlán, Xochiatipan y Yahualica.
Los técnicos contaron con la asesoría del doctor Fernando Bahena, científico del INIFAP y colaborador de MasAgro, quien es especialista en entomología (el estudio de los insectos). El investigador mencionó que parte de la efectividad en el manejo de plagas es el trabajo de diagnóstico previo para conocer qué tipo de plaga está dañando al cultivo, pues no todas tienen el mismo manejo.
Los sistemas como el Manejo Agroecológico de Plagas, comentó el doctor Bahena, no se enfocan en eliminar las plagas, sino en restituir el equilibrio natural de los ecosistemas para mantener las poblaciones de los insectos considerados plaga en un nivel en el que no causen afectación económica en los cultivos. Además, este manejo favorece a las poblaciones de insectos benéficos (como las abejas) y permite que se produzcan alimentos libres de plaguicidas.
Finalmente, en el recorrido de campo los participantes observaron los detalles del uso de las trampas con feromonas. Estas se basan en el empleo de feromonas sexuales que confunden a los machos de la palomilla del gusano cogollero, atrayéndolos hacia una trampa y evitando que la plaga migre y se propague.