Si cultivar de manera sustentable —es decir, cuidando el medioambiente— permite a los productores que su actividad agrícola sea más rentable; a las empresas, brindar productos de mayor calidad; y a los consumidores, tener alimentos más sanos y nutritivos, ¿por qué la producción y el abastecimiento de granos cultivados sustentablemente no son prácticas comunes en México? Muchos factores propician esta situación, entre ellos que para implementar prácticas agrícolas sustentables es necesario crear un entorno para el desarrollo de habilidades —que incluye acercar y formar en estas prácticas a los productores—, así como transmitir a las empresas los amplios beneficios que pueden obtener apoyando este tipo de iniciativas.
En este contexto, el proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México —que implementan la Compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en varias regiones del país— cobra relevancia. Tiene la finalidad de cubrir los requerimientos de maíz amarillo de la empresa con producción local, pero de una manera sustentable con los recursos productivos y justa en lo que se refiere a las condiciones de contratación. Por esto, en días pasados se capacitó a productores de Guanajuato (provenientes de Valle de Santiago y municipios vecinos) en temas de calidad, determinación del momento óptimo para la cosecha, calibración de sembradoras y procesamiento industrial del grano, entre otros.
La apuesta por la transferencia de conocimientos y el desarrollo de capacidades es mucho más relevante de lo que podría parecer en primera instancia, pues únicamente a través de estas acciones los productores pueden tomar las mejores decisiones que los lleven no sólo a buscar mayores sus rendimientos y a tener ahorros significativos en sus costos de producción (de hasta $5,000 por hectárea), sino a tomar consciencia de que su participación en el proyecto incide positivamente en el medioambiente y en la salud y la nutrición de los consumidores. No se desatiende ningún aspecto.
Como señaló Arturo Ávila —encargado de Abasto Responsable y Desarrollo de Agronegocios de la Compañía Kellogg en Latinoamérica— durante el inicio de la capacitación, el objetivo de este proyecto es integrar una mejora de los sistemas de producción tanto en sustentabilidad como en rentabilidad.
Por ejemplo, con la implementación de la Agricultura de Conservación, en el ciclo otoño-invierno 2018-19 los productores que participaron en este proyecto en Sinaloa eliminaron por completo el empleo de agroquímicos de uso restringido, tanto en el tratamiento de la semilla como en el manejo de plagas y malezas. La gestión adecuada de la agricultura significa, por lo tanto, un suministro de comida nutritiva y sana, pero producir granos de calidad de forma sustentable tiene una ventaja adicional: permite a los productores vender sus productos de una manera justa gracias a la “cultura del dato” que este proyecto promueve y al mayor conocimiento y ajuste de los costos de producción, haciendo posible que los compradores aseguren utilidades a los productores con los que trabajan.
En el caso del proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, uno de los objetivos es impulsar la competitividad de la producción de maíz amarillo nacional. Con prácticas sustentables, los productores participantes lograron asegurar la venta de 27,000 toneladas de este maíz (correspondiente al ciclo de producción otoño-invierno 2018-19), poniendo de relieve que la Agricultura Sustentable es una solución pertinente para lograr la transformación de los sistemas agroalimentarios, la cual —según los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)— se requiere para que los productores obtengan ingresos decentes y sean actores clave en la protección del medioambiente.