Víctor Peña es un productor que busca hacer de la ganadería una actividad sustentable con la ayuda del rastrojo y la Agricultura de Conservación.
Por: Marco Díaz, Divulgación-CIMMYT.
Julio de 2019.
Ahome, Sin.- Víctor Peña Villalobos es un productor sinaloense que ha implementado la Agricultura de Conservación desde 1993. Para él, es la forma de cuidar y valorar la tierra que sus padres y abuelos trabajaron y que ahora es la fuente de su sustento y el de su familia. Consciente de que los suelos son un recurso finito, cuya fertilidad debe cuidarse, Víctor sostiene que “la sustentabilidad es el uso de los recursos de una manera racional, de tal forma que no se acaben, agoten o desperdicien; que se puedan seguir usando durante muchos años; y que quede para las siguientes generaciones. Y a la vez ir mejorando esos recursos, en vez de agotarlos”.
Una de las prácticas que a don Víctor le ha dado mejores resultados es el aprovechamiento del rastrojo (o paja) como cobertura del suelo. El rastrojo, que en muchas ocasiones es considerado basura que debe quemarse, tiene muchas bondades: como cobertura apoya a disminuir la erosión de los suelos —ya que es una fuente de materia orgánica que favorece su fertilidad—, se puede usar o vender como forraje o como sustrato en invernaderos y también es útil para composteo y para la producción de hongos comestibles, papel, cartón, combustibles y materiales de construcción.
Al respecto, don Víctor comenta: “este año decidimos empacar la paja, la mayor cantidad posible; calculo que sacamos 60 o 70% de la paja, pero no más de eso, pues siempre hay que dejar residuos. Aunque todavía no se ven las plantitas, ya están naciendo entre la paja, porque es una buena cobertura. Mientras más paja dejemos es más rápido el proceso de mejoramiento del suelo. Hay maíces que son altos productores de paja, hasta 10 o 15 toneladas”.
Además de mantener la mayor cantidad de rastrojo posible y tratar el suelo con enfoques agroecológicos —con Manejo Agroecológico de Plagas y uso de compostas y microorganismos—, don Víctor aplica la mínima labranza (otro de los fundamentos de la Agricultura de Conservación). Para ello, ha adaptado su maquinaria para sembrar sobre el rastrojo y ha añadido poco a poco cultivadoras, fertilizadoras y desmenuzadoras, todo “con la finalidad de mover lo menos posible el suelo, y cuando haya que moverlo, hacerlo de manera vertical, no horizontal”.
Como la Agricultura de Conservación le ha permitido hacer más rentable su actividad agrícola, ha aplicado algunos de sus conocimientos sobre este sistema a su actividad ganadera. Así como hace rotación de cultivos, rota su ganado para no agotar los pastos: lo lleva a potreros cercados en el monte durante el verano y al hato ganadero (fincas destinadas a la crianza de ganado) durante el temporal de lluvias, y después lo regresa al rancho. También lo alimenta de manera balanceada, aprovechando los residuos agrícolas.
Así, don Víctor invita a otros productores a no quemar los residuos agrícolas sino a aprovecharlos: “yo pico los machos —la parte polinizadora— del maíz semillero y se los doy al ganado junto con pajas de soya, frijol y garbanzo. Así he logrado tener un buen resultado con el ganado, pues es un alimento bastante barato y nutritivo que lo mantiene en buenas condiciones de salud y, por ende, con un índice de preñez alto”.
En su búsqueda por lograr la simbiosis entre ganadería y Agricultura de Conservación y de hacer más rentable el año de trabajo en campo —para brindar empleo todo el año y tener alternativas ante la variabilidad de los precios de los granos—, señala que mantendrá sus vínculos con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur (AARFS) —de la cual es miembro activo— para promover la Agricultura Sustentable, pues esta —sostiene— permite que su actividad agrícola y ganadera sea más rentable.