Para la Iniciativa regional latinoamericana AgriLac Resiliente, el género y la inclusión social es un tema fundamental, de manera que ha seleccionado varias regiones rurales fronterizas de Guatemala y Honduras para desarrollar acciones prioritarias con perspectiva de género.
Para integrar una guía que permita explicar por qué el género y la inclusión social es un tema relevante en sí mismo, así como para incorporar esta perspectiva en todas las demás actividades de los InnovaHubs en Guatemala y Honduras, especialistas en género e inclusión social de Agrilac han implementado un proceso participativo en los hubs hub Pacífico Sur y Chiapas, a fin de recopilar información sobre sus experiencias en el tema y documentar los resultados, facilitando así la replicación del modelo del hub (desarrollado en México por CIMMYT y sus colaboradores) en otros países.
Así, Alejandrina García en Oaxaca, Alejandro Ramírez en Chiapas, y Ángela Meentzen —colíder del equipo de Género e Inclusión Social de Agrilac—, desarrollaron entrevistas individuales y con grupos focales para aprender más sobre cómo los diferentes actores involucrados en los hubs perciben su propia participación: agricultores, hombres y mujeres, colaboradores, gerentes y personal de los hubs, así como aliados en estas regiones, fueron parte de este proceso participativo.
“Hay muchos casos de éxito sobre la participación de mujeres rurales en los hubs de Oaxaca y Chiapas que fueron recogidos en este proceso. Está previsto que estos estudios de caso formen parte de un anexo a la guía para ilustrar por qué la participación de las mujeres rurales es tan importante desde su propia perspectiva”, comenta Ángela Meentzen, quien destaca el caso de doña Juanita, una indígena Tzeltal de la comunidad La Providencia, en Ocosingo, Chiapas.
“Inicié hace cinco años a trabajar con CIMMYT. Antes de conocerlos solo sembrábamos maíz y frijol, pero ya no se daba, las plantas ya no crecían, teníamos muchos problemas de plagas y quemábamos todo el rastrojo. Cuando vinieron los ingenieros nos invitaron a participar con ellos. Al principio como que no nos interesó mucho, pero nos dejamos enseñar. Nos enseñaron a sembrar otros cultivos como el girasol, el cacahuate, otras verduras y los frutales como el limón y las guanábanas”, comenta doña Juanita.
“Ahora ya no quemamos el rastrojo, tenemos cultivos durante todo el año, sembramos otras especies, utilizamos muchos productos orgánicos que nos enseñaron a preparar, aumentó nuestra producción y vendemos más cosas en el mercado. Yo y mi hija nos ocupamos de la venta de los productos (frijol, maíz, verduras, calabacitas, elotes y flores); sobre todo la venta de flores nos ha dado muy buen resultado y hemos sacado un buen dinerito”, narra la productora.
“Los beneficios del campo nos permitieron darles estudios a nuestros hijos, algunos ya terminaron su carrera y ahora están trabajando, otros están por terminar, pero a todos les enseñamos el trabajo del campo. Se siente un poco pesado el trabajo, pero yo sostuve las dos cosas, la casa y el campo, no sé cómo le hice, pero lo logré”, dice orgullosa de sí misma doña Juanita, para quien el conocimiento científico generado en plataformas de investigación y módulos del hub se ha traducido en impacto real y positivo para ella y su familia.