Los sistemas agroalimentarios contribuyen a al menos 12 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para avanzar en estos objetivos, los sistemas agroalimentarios deben proporcionar alimentos más nutritivos a más personas y, al mismo tiempo, ser ambientalmente sostenibles y resilientes. Se necesitan cambios a múltiples niveles para incluir una agricultura más sostenible, reducir las pérdidas de alimentos en la distribución y la venta al por menor, y aumentar la ingesta de alimentos más saludables por parte de los consumidores.
Estudios recientes demuestran que las intervenciones parciales centradas en un solo aspecto o área son insuficientes para lograr la transformación requerida. Las cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición son complejas, y sus soluciones deben trascender los límites disciplinarios e institucionales tradicionales.
La investigación de los sistemas agroalimentarios busca entender cómo funcionan los sistemas y las acciones de los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el sector privado que pueden influir positivamente en los resultados a escala. Los investigadores y profesionales del desarrollo utilizan este enfoque para evaluar cómo los diferentes actores, prácticas y políticas comparten la producción, la comercialización, la disponibilidad y el consumo de alimentos. La agricultura, el comercio, la política, la salud, el medio ambiente, el transporte, las infraestructuras, las normas de género y la educación tienen un papel que desempeñar en la consecución de sistemas agroalimentarios resilientes que aporten mayores beneficios a los agricultores y a los consumidores.
El CIMMYT combina la experiencia de economistas, agrónomos, mejoradores de cultivos, nutricionistas y especialistas en género para crear sistemas agroalimentarios más sostenibles, nutritivos y rentables de múltiples maneras. Trabaja para garantizar que los cultivos de cereales se realicen de la forma más sostenible, que los sectores público y privado estén informados sobre las preferencias de los consumidores y que los agricultores dispongan de semillas mejoradas de calidad cuando las necesiten. El CIMMYT también pretende comprender mejor cómo se procesan y venden los alimentos a base de cereales a los consumidores y desarrollar opciones para promover el consumo de alimentos más nutritivos a base de cereales.
La demanda de los consumidores en México
Recientemente, el CIMMYT se asoció con el Instituto Nacional de Salud Pública de México (INSP), para comparar el acceso a alimentos saludables a base de cereales procesados en supermercados, tiendas de conveniencia y tiendas de la esquina para los consumidores de los barrios de bajos y altos ingresos en la Ciudad de México. Los debates sobre cómo las políticas pueden apoyar dietas más nutritivas y saludables en México continúan, incluyendo el nuevo requisito de las etiquetas de advertencia de alimentos en la parte frontal de los envases y envolturas.
El estudio demostró que la disponibilidad de productos saludables era escasa en la mayoría de las tiendas, especialmente en las tiendas de conveniencia. En comparación con los supermercados de las zonas de bajos ingresos, los de las zonas de altos ingresos presentaban una mayor variedad de productos saludables en todas las categorías. Se está realizando un estudio de seguimiento que examina los resultados de las nuevas advertencias en las etiquetas de los alimentos sobre la disponibilidad de los productos y las declaraciones de propiedades saludables.
Otros estudios del CIMMYT han explorado la demanda de alimentos saludables a base de cereales por parte de los consumidores de ingresos bajos y medios del centro de México, incluyendo su demanda de tortillas de maíz azul y pan integral. Estos estudios ayudan a los responsables políticos y a las organizaciones no gubernamentales a diseñar estrategias sobre cómo aumentar el acceso y el consumo de productos procesados de trigo y maíz más saludables en sistemas alimentarios en rápida evolución.
Mezcla de productos de trigo en Kenia
En muchas partes del mundo, la guerra entre Ucrania y Rusia ha intensificado la necesidad de cambiar la formulación de los productos a base de trigo. Por ejemplo, Kenia es un país en el que el consumo de trigo ha crecido rápidamente durante una década, y sin embargo las importaciones han constituido el 90% de sus suministros de trigo, que hasta hace poco procedían de Ucrania y Rusia. La mezcla de harina de trigo en Kenia es una opción prometedora para reducir las importaciones de trigo, generar demanda de otros cereales menos utilizados, como el sorgo, y aumentar el perfil nutricional de los productos del pan. Pero la mezcla de trigo, a pesar de haber sido discutida durante muchos años en Kenia, aún no ha ganado fuerza.
En respuesta, el CIMMYT y la Universidad de Agricultura y Tecnología Jomo Kenyatta (JKUAT) están estudiando la viabilidad de reducir las importaciones de trigo en Kenia sustituyendo entre el 5 y el 20% de la harina de trigo por harina derivada de otros cereales, como el sorgo y el mijo. Aunque las pruebas existentes sugieren que los consumidores pueden aceptar hasta un 10% de mezcla en las harinas de cereales, es mucho lo que está en juego tanto para la industria del trigo como para el gobierno. Se necesitan pruebas sólidas y específicas para el contexto sobre la disposición de los consumidores a aceptar productos mezclados en las zonas urbanas de Kenia y la viabilidad económica de la mezcla desde la perspectiva de los molineros y los procesadores.
Entre las preguntas críticas que deben explorar el CIMMYT y el JKUAT se encuentran las siguientes: ¿Qué mezclas de harina es más probable que acepten los consumidores? ¿Cuáles son los posibles beneficios para la salud de las mezclas con sorgo y mijo? ¿Hay suficiente sorgo y mijo disponible para sustituir el trigo eliminado de la harina? Y, por último, ¿cuál es el interés comercial de la mezcla de harinas de trigo?
Foto de portada: Cosecha de trigo cerca del volcán Iztaccíhuatl en Juchitepec, Estado de México. (Foto: CIMMYT/ Peter Lowe)