En la actualidad, la demanda de alimento sigue incrementándose, al igual que el crecimiento demográfico —constantemente a costa de los recursos naturales—, haciendo que los retos del sistema agroalimentario sean cada vez mayores. Es ahí donde radica la importancia de la investigación científica, el desarrollo de capacidades y el acompañamiento técnico a todas las personas que trabajan en el aprovechamiento de los granos para mejorar su productividad y sustentabilidad, así como para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.
Me siento muy orgullosa de trabajar en una organización sin fines de lucro como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Considero que mi trabajo dentro del Hub Península de Yucatán es “un granito de arena” que se suma a un esfuerzo colectivo para hacer posible que la “magia” del campo suceda. Por eso quiero contarte qué es un Hub del CIMMYT y qué hacemos en ellos las asistentes administrativas.
Los Hubs, o nodos de innovación, son más que una representación del CIMMYT en los estados, y mucho más que una infraestructura física (compuesta por plataformas de investigación, módulos y áreas de extensión o parcelas demostrativas). Son, por así decirlo, espacios estratégicos de una red donde las relaciones y la comunicación entre productores, científicos, técnicos, representantes de organizaciones y otros actores clave son posibles.
Los hubs, en este sentido, no son solo oficinas, estas son espacios en donde todos estos actores se reúnen para planear y acordar las actividades; ya sea realizar capacitaciones, gestionar colaboraciones, dar seguimiento a los procesos o, incluso, generar camaradería y equipo. Yo soy testigo de estas reuniones y para mí es emocionante ver el compromiso, la responsabilidad y el ambiente que se genera cuando personas que aman el campo coinciden y persiguen un objetivo común. Sí, puedo decir que es inspirador.
Se podría decir que el trabajo administrativo que realizo, es como “el detrás de cámaras de una película”; quizá es una labor que no se puede ver a simple vista, pero que es elemental para realizar los procesos en campo. El trabajo administrativo facilita la obtención de recursos humanos y materiales para el desarrollo de los diferentes eventos, capacitaciones, reuniones y actividades que se realizan en campo y en otros espacios de colaboración. Somos las asistentes administrativas de CIMMYT quienes realizamos esta importante función, somos el “engrane” que apoya el movimiento de las piezas para que la “gran maquinaria” funcione.
Si bien las labores administrativas implican mucho tiempo de escritorio, en este puesto tenemos también el privilegio de realizar actividades en campo y así, estar en contacto con los productores y los diferentes actores de la red de innovación. Esos momentos de cercanía con ellos son emocionantes, divertidos y enriquecedores. Cuando regreso de alguna visita a campo, por ejemplo, llego a casa sintiéndome satisfecha de ver a los productores y el trabajo que realizan con el acompañamiento técnico; en esos momentos agradezco y reconozco a mis compañeros por su trabajo, dedicación, esfuerzo, enseñanzas y, sobre todo, por la actitud positiva con la que siempre tratan a las personas en el campo.
Escuchar a los productores hablar de viva voz de sus casos de éxito y que nos compartan sus historias sobre cómo la mejora en su sistema de producción ha mejorado también su calidad de vida, me eriza la piel. Un buen ejemplo de esto es el trabajo de Edgar Miranda, pionero en la formación del grupo Productores de Maíz Criollo Kantunil. Con la colaboración del ingeniero Vladimir May y el doctor José Castillo, actualmente ha rescatado más de 20 variedades de las tres razas de maíz que hay en la Península de Yucatán y ha reproducido cinco variedades de caupíes (Vigna unguiculata), incrementando la disponibilidad de semilla en la zona.
A pesar de las complicaciones por la pandemia y los desastres naturales que se han presentado en el estado, Edgar ha seguido brindado acompañamiento técnico a distancia a los productores de la zona, sin retribución alguna, solamente por el puro amor al campo. Aunque creo que muchos de ustedes, lectores del Boletín EnlACe, ya lo conocen, y si no, los invito a leer esta publicación que recientemente se hizo sobre él: Historia de un rescatista de maíces nativos.
Casos como el anterior y las visitas que he tenido la oportunidad de realizar a las parcelas me han sensibilizado sobre la labor del campo y la necesidad de aproximarse a las particularidades de los productores. La importancia y el desafío que implica este trabajo y la empatía que hay que fomentar es de las experiencias más gratificantes de mi trabajo y, quizá, la que más me gusta. Nuestra labor está llena de desafíos, pero la fortaleza radica en la comunicación y apoyo tanto del equipo local, como de las otras áreas administrativas y de mis compañeras asistentes en todos los Hubs del CIMMYT.
Sabiendo que el trabajo de todos hace posible historias como la de Edgar, la organización y el control de la oficina, los gastos y el resguardo de los activos no son más que la “cereza del pastel” de mi trabajo; finalmente, las actividades que se desarrollan en el Hub dependen de que los recursos estén circulando siempre y que los activos y materiales estén disponibles y en óptimas condiciones. Esta también es mi responsabilidad y una de las razones por las cuales el equipo confía en mí, así que no cambiaría mi trabajo por nada, pues además aprendo constantemente de mi equipo de trabajo, el cual, junto con los productores y la red de actores de innovación del CIMMYT hacen que la magia en el campo ocurra, y eso nunca dejará de sorprenderme.