“Cada semilla es una herramienta capaz de salvar vidas con alimentos de calidad y de dinamizar el agro”, comentó Alberto Chassaigne.
Por: Andrea Carvajal, consultora de comunicación.
29 de septiembre de 2018.
Palmira, Colombia.- “Es una oportunidad para ponernos en contacto con otras empresas semilleras”, “hay pocas ofertas de capacitación, así que no podemos desaprovechar la ocasión”, “estamos en el momento preciso para identificar acciones que fortalezcan un sistema nacional de producción de semillas”, “somos una industria pequeña, pero queremos aprender y crecer”, estos son algunos de los comentarios de los 33 participantes del Curso internacional sobre producción de semilla de maíz, auspiciado, organizado y ofrecido por el Programa Global de Maíz (GMP, por sus siglas en inglés) del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y llevado a cabo en la sede del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) del 25 al 28 de septiembre de 2018.
Alberto Chassaigne, especialista del CIMMYT en sistemas de semillas de maíz para América Latina, lideró el curso con la premisa de que “aquí de lo que se trata es de que intercambiemos conocimientos entre todos, aprendamos unos de otros y nos encontremos en esta visión compartida que tenemos de que cada semilla es una herramienta capaz de salvar vidas con alimentos de calidad y de dinamizar el agro”.
El curso contó también con la experiencia y orientación de otros cuatro conferencistas: Julio Ramírez, jefe del departamento de semillas de Agrosavia; Manuel Velázquez, consultor del CIMMYT y experto en producción comercial de semillas; Arturo Silva H., líder de sistemas de semilla para América Latina y África del GMP del CIMMYT; y Luis Narro, líder científico del CIMMYT en Colombia.
Los participantes representaban tanto entidades públicas —Agrosavia y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR)— como privadas —la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce), Maxi Semillas SAS, Semillas Valle SA y la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología (Acosemillas)— y académicas, con la Universidad Nacional de Colombia (UN). Esta diversidad hizo que las preguntas difíciles no se hicieran esperar, entre ellas: ¿dónde quieren que estén sus empresas semilleras en cinco años?, ¿cómo pueden generarse más sinergias entre las empresas semilleras?, ¿cómo identificar mejor los nichos de mercado? y ¿cómo llegar más y mejor a los productores?
Por fortuna, las respuestas están en construcción, y el camino para resolverlas comienza a despejarse con la ayuda de todos. Por ejemplo, para Óscar Estrada, coordinador regional de Fenalce para el eje cafetero, “la clave está en mejorar la producción y distribución de semilla y en lograr que los usuarios vean que las semillas que les ofrecemos han sido desarrolladas en Colombia, que son competitivas y pueden adquirirlas a un precio más favorable para los productores”.
Por otro lado, Julio Ramírez, jefe del departamento de semillas de Agrosavia, identifica que existe “un nicho muy importante, como las 250,000 hectáreas que cultivan maíz de manera tradicional y que necesitan apoyo técnico, semillas mejoradas, acompañamiento, etc. Allí tendríamos la oportunidad de marcar la diferencia y generar un impacto enorme tan solo con mejorar la seguridad alimentaria de las familias que cultivan de manera tradicional”.
Para Magda Liliana Murcia, directora técnica de Acosemillas, es claro que se trata de “vernos unos a otros como aliados, aprendiendo juntos, apoyándonos para resolver los retos que tenemos y buscando lograr que se valore, reconozca y lleve hasta el campo la calidad y excelencia del trabajo que hay detrás de cada semilla certificada”.
El curso finalizó, pero los aprendizajes también fueron para quienes lo impartieron. Alberto reconoce que, específicamente entre México y Colombia, se comparte el reto de “encontrar sinergias para establecer relaciones ganar-ganar entre instituciones públicas y privadas” y aprecia muchísimo toda la gama de conocimientos que se llevó a las mesas de trabajo, “pues contamos con la experiencia de varias décadas de personas como Miguel Lengua, gerente de Maxi Semilla SAS, un convencido del impacto que se puede lograr con variedades biofortificadas —como BIO-MZn01—, y de jóvenes profesionales como Sindy Tapia, auditora interna de campo de Semillas Valle SA —entidad que permitió conocer de cerca su trabajo—, comprometida con lograr una trazabilidad desde la finca productora hasta la siembra, buscando reducir a cero el margen de error en el proceso”.La realización de este curso deja la puerta abierta para nuevas oportunidades de capacitación y reitera el interés y el compromiso del CIMMYT con los maiceros y el agro colombiano, para poner a su servicio los logros, los resultados y experiencias adquiridos en otras latitudes.