Además de utilizar distancias adecuadas para sembrar, es importante emplear abonos orgánicos y barreras vivas para fortalecer los suelos.
Por: Ana Christina Chaclán, enlace de comunicación del Proyecto Buena Milpa Guatemala.
Quiché, Guatemala.- Productores de comunidades ubicadas en San Juan Cotzal, Quiché, están aprendiendo a tecnificar la siembra de maíz en sus parcelas para mejorar el rendimiento de sus cultivos.
En Xolco, San Juan Cotzal, los productores se habían acostumbrado a hacer una siembra mateada en la que dejaban una vara cuadrada de distancia y sembraban seis granos por postura, consiguiendo un rendimiento de entre 1.5 y 2 quintales de maíz por cuerda. “Ahora han empezado a reducir la distancia, siembran tres granos por postura a una distancia de 40 centímetros, y con eso han logrado aumentar el rendimiento; ahora obtienen hasta 4 quintales de maíz por cuerda”, explica Benjamín Aguilar, técnico agrícola de la colaboración entre el Proyecto Buena Milpa y la Fundación Agros.
El Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA), en el documento Aspectos generales y guía para el manejo agronómico del maíz en Guatemala, explica que entre menor sea la distancia entre cada postura, mayor será el rendimiento de la cosecha, y expone en un cuadro comparativo los resultados de densidad de plantas derivados de diferentes combinaciones de distancias entre plantas y surcos.
En la práctica se utilizó una distancia de entre 75 y 80 centímetros en cada hectárea, y diferentes distancias entre posturas: en la primera se sembró con distancias de 50 a 47 centímetros, y se obtuvieron 53,333 plantas; en la segunda se usaron distancias de 46 a 44 cm, y dio como resultado 57,000 plantas; y en la de distancias de 44 a 42 cm se consiguieron 60,000 plantas.
El productor Pedro Bernabé Sambrano cambió su método de siembra en 2017, y en lugar de dejar distancias de 83 centímetros (que siempre utilizaba), dejó 60 (20 centímetros más de lo recomendado, porque su semilla crece mucho). Su cosecha aumentó de 2 a 4 quintales por cuerda. Además, implementó barreras vivas en una cuerda de terreno y usó gallinaza para abonar, “el abono me ayudó, mis mazorcas están mejor: son un poco más pequeñas, pero ya no salen podridas, y la cosecha se duplicó”, añade Sambrano. Es importante resaltar que aplicar estas dos tecnologías, junto con la tecnificación de la siembra, permite conseguir mejores resultados.
Este año se seguirá trabajando con los productores de esta comunidad para incrementar las barreras vivas en las parcelas, una práctica que también ayuda a la conservación de suelos, uno de los ejes prioritarios del Proyecto Buena Milpa.