Por: Hugo Castellano, Unidad de Divulgación-CIMMYT.
El papel de la mujer en el escenario agroalimentario es fundamental para hacer frente a los desafíos que plantean los entornos global y ambiental, ya que en todos los eslabones de los sistemas y las cadenas agroalimentarias las mujeres participan como agentes de cambio y gestoras sistémicas que investigan, generan conocimiento, promueven el desarrollo de capacidades y facilitan procesos de innovación en beneficio de toda la población. Desde la parcela y los laboratorios, y en los hogares donde se consumen los alimentos, su tarea constituye un verdadero motor de cambio y desarrollo. Un impulso no siempre visible pero necesario para asegurar el logro de los objetivos de la agenda 2030.
Hay miles de historias de mujeres en diversas latitudes haciendo agricultura, generando conocimiento, realizando investigación y tomando decisiones para mantener la esperanza y la motivación que nos permita a todos, como sociedad, hacer frente a los retos del cambio climático y visualizar y construir un mejor futuro desde la agricultura y la ciencia. Esa es una historia que ocurre todos los días, entre productoras, asesoras técnicas, investigadoras, tomadoras de decisiones, gestoras sistémicas y todos los diversos roles que desempeñan las mujeres en el medio agrícola y el desarrollo rural. El factor común que conecta esas historias es la capacidad para innovar y transformar la realidad del campo en una realidad productiva donde los sistemas agroalimentarios se vuelven resilientes a los efectos del cambio climático y se cultiva una agricultura inteligente, incluyente y sustentable.
En el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) hay mujeres que aportan productividad, ciencia, impacto, conocimiento e investigación para cultivar una agricultura diferente, de México para el mundo. Lo logran con el trabajo realizado diariamente en las parcelas —desde el momento de plantar una semilla a cielo abierto—, los laboratorios y las plataformas de investigación donde se genera conocimiento, o en el Banco de Germoplasma, desde donde se están “rematriando” variedades de semillas a sus lugares de origen para resguardar la biodiversidad.
En la estrategia del CIMMYT existe un compromiso, seguir desarrollando sistemas agroalimentarios sustentables, incluyentes y efectivos. Esa tarea ya lleva mucho tiempo y es posible gracias a un trabajo conjunto, en el que mujeres y hombres, desde distintos espacios, fortalecen no sólo la cantidad, sino la calidad productiva de su entorno, produciendo más con menos. Es la primera alianza estratégica, la que suma voluntades al seno de las familias, donde —en muchos casos— la mujer como tomadora de decisiones es quien impulsa la innovación de los sistemas agroalimentarios.
La tarea del CIMMYT promueve objetivos más profundos en el tema de género. Por ejemplo, durante 2017 se llevó a cabo una revisión integral de las metodologías que transforman los problemas de género para el sector agrícola de Etiopía, donde Kristie Drucza, líder del proyecto, y Wondimu Abebe, asistente de investigación, ambos del CIMMYT, llevaron adelante la indagación. “Estas metodologías incluyen la investigación participativa para ayudar a las familias y las comunidades a valorar su situación y encontrar soluciones a sus problemas”, explicó Drucza.
Lograr fortalecer las capacidades de las mujeres participantes y profesionistas del campo, consolidar sus conocimientos metodológicos y acompañarlas en el desarrollo de conocimiento y herramientas productivas y de labor conjunta es otro de los objetivos de la labor del CIMMYT sobre el rol de la mujer en el campo y sus posibilidades.
Ernesto Adair Zepeda Villareal, del CIMMYT, con base en los datos que arroja la Bitácora Electrónica MasAgro (BEM), plantea la importancia de los sistemas de datos para conocer las denominadas identidades sociales. No sólo es información de procesos productivos, también son datos que ayudan a analizar la participación de la mujer en la labor productiva. No sólo se trata de números y proporciones, el CIMMYT atiende el impacto sociocultural relacionado con la participación y el protagonismo de las mujeres en la vida rural y la actividad agroalimentaria. Son análisis integrados por datos que permiten ponderar mejor una realidad que tiene matices y oportunidades en distintas partes del mundo.
Ahora mismo, en este momento, una mujer está sembrando una semilla que generará bienestar para todos, desde el trabajo integrado entre la ciencia y la agricultura.
El CIMMYT celebra el papel de las mujeres para generar cambios en los sistemas productivos y reconoce su entrega, fortaleza y compromiso para hacer del campo un motor de desarrollo social y económico del país. Esto empieza en el campo, en manos de mujeres innovadoras, y recorre un largo camino a través de la cadena agroalimentaria. Una historia que nos mantiene vivos porque se repite todos los días.