Tonahuixtla, un pequeño pueblo ubicado en el estado de Puebla, México, había sufrido una degradación ambiental extrema debido a la deforestación y la erosión. Las tierras agrícolas estaban en malas condiciones y la ciudad había dejado de producir muchas de sus variedades de maíz ancestrales, una pérdida tanto para la biodiversidad en la región como para la cultura local. La pobreza había aumentado, obligando a muchos a emigrar a ciudades más grandes o a los Estados Unidos para trabajar. Las personas que se quedaron atrás, en su mayoría mujeres, tenían pocas formas de generar ingresos para mantener a sus familias.
Hoy, la historia de Tonahuixtla es diferente. La comunidad participa activamente en actividades de reforestación y prevención de la erosión del suelo. La producción de maíz criollo está aumentando, preservando la biodiversidad y las costumbres del pueblo y la región. Los residentes tienen oportunidades de trabajo que les permiten quedarse en su comunidad y no migrar, todo mientras preservan la biodiversidad local y protegen el medio ambiente.
¿Qué causó este cambio?
Las hojas de maíz.
Considerado durante mucho tiempo un producto de desecho, a las hojas de maíz se les ha dado una nueva oportunidad de vida a través del proyecto Totomoxtle. Llamado así por la palabra tradicional náhuatl dada a la hoja de maíz, el proyecto convierte las hojas de maíz nativo —que se encuentra en una gran variedad de colores— en tapices hermosos y sustentables para muebles y paredes. Fundada por el diseñador gráfico mexicano Fernando Laposse, Totomoxtle ha dado a los agricultores un incentivo para volver a plantar maíz nativo, preservando una biodiversidad invaluable para las generaciones futuras.
Cuando Denise Costich, jefa de la colección de maíz del banco de germoplasma del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se enteró del proyecto Totomoxtle, sabía que quería ayudar. Apasionada por la preservación del maíz nativo, ella y su equipo identificaron 16 variedades locales de la colección de maíz del CIMMYT que producirían hojas en colores interesantes y podrían crecer bien en la altitud y las condiciones climáticas de Tonahuixtla. Invitó a Laposse y a los miembros del proyecto a visitar el banco de germoplasma y a conocer el trabajo del CIMMYT, y les proporcionó las semillas de las variedades que habían identificado.
“Esto es lo que normalmente hacemos en el banco de germoplasma, le damos semillas a las personas,” dijo Costich. “Pero esto se convirtió en una colaboración más estrecha.”
Colaboración colorida
El equipo del banco de germoplasma de maíz dispuso que los miembros del proyecto Totomoxtle recibieran capacitación sobre cómo hacer polinización controlada en las variedades nativas de maíz en una de las estaciones experimentales del CIMMYT.
“A los técnicos de la estación experimental Agua Fría del CIMMYT, en el estado de Puebla, les encantó conocer a los miembros del proyecto e inmediatamente se apasionaron por el mismo”, dijo Costich. “Hasta el día de hoy, los técnicos aún guardan todas las hojas de maíz de colores del maíz del CIMMYT y las envían a Tonahuixtla para proporcionarles material adicional para su proyecto.”
En el pueblo de Tonahuixtla, los miembros del proyecto —en su mayoría mujeres— trabajan planchando las hojas de maíz y pegándolas en una prensa rígida, posteriormente las envían por mensajería al taller de Laposse en Londres, donde las usa para crear hermosos muebles y tapices. Este trabajo permite que los residentes de Tonahuixtla permanezcan en su aldea y no se vean obligados a migrar, todo mientras se preserva la biodiversidad del maíz y se protege el medio ambiente.
“Parte de lo que está haciendo este proyecto es ayudar a mantener unidas a las familias — proporcionando medios de vida para que las personas puedan permanecer en sus comunidades, para que no tengan que enviar a todos sus jóvenes a la Ciudad de México o los Estados Unidos. Para mí, todo está conectado.” dijo Costich.
El valor de la sustentabilidad
El proyecto también muestra la intersección entre la conservación de la biodiversidad y la protección del medio ambiente local. Las hojas de maíz utilizadas para el proyecto son un material sustentable y biodegradable, y cualquier residuo de las hojas de maíz que no se utilizan para el proyecto Totomoxtle se utilizan como alimento para los animales en la estación seca o para hacer fertilizantes, que después vuelven a los campos de maíz, un ciclo completo en el que no se desperdicia nada.
“Creo que muchas de las comunidades en las que trabajamos realmente entienden el valor y la importancia de la biodiversidad,” dijo Costich. “En Tonahuixtla, la gente está tratando de reforestar las laderas de su región. Entienden la conexión entre no tener vegetación en las colinas y hacer que el agua de lluvia simplemente viaje desde las colinas hacia las corrientes temporales, perdiendo ese recurso de importancia crítica. A lo largo de los años, como resultado del trabajo que han realizado allí, han observado la mejora del medio ambiente, las colinas ahora están cubiertas de vegetación y hay mucha menos escorrentía y erosión. Creo que es una lección realmente importante para todos. Vengo de un entorno ecológico, así que siempre estoy interesada en involucrarme en proyectos donde no se trata solo del maíz, sino de todo. También se trata de la vida de las personas, la nutrición y las conexiones entre ellas.”
Preservar la biodiversidad local del maíz no solo es importante para Tonahuixtla — es importante para toda la humanidad. Las variedades nativas de maíz se han adaptado durante miles de años en los campos de los agricultores de Mesoamérica, desarrollando resistencia natural a las plagas y enfermedades locales, así como a las condiciones climáticas como el calor o la sequía. Estas semillas de maíz nativo, transmitidas de generación en generación, podrían ser la clave para desarrollar variedades mejoradas de maíz que puedan resistir enfermedades emergentes o eventos climáticos extremos. Perder esta biodiversidad, representa una pérdida para la seguridad alimentaria global en conjunto.
El CIMMYT trabaja para proteger muchas de estas variedades nativas de maíz en su banco de germoplasma, que alberga más de 28,000 colecciones diferentes de maíz. Mantenidas en almacenamiento frío en condiciones óptimas en el banco de semillas del CIMMYT, estas semillas se conservan para las generaciones futuras y están disponibles para cualquiera que las necesite, incluidos los agricultores como los de Tonahuixtla, que habían perdido gran parte de su diversidad nativa de maíz.
“La biodiversidad de los cultivos es básicamente la garantía para el futuro”, dijo Costich. “Esta es nuestra reserva de seguridad. La seguridad de las semillas es la seguridad alimentaria.”
Foto de portada: Denise Costich (al centro, gorra rosa) con miembros del proyecto Totomoxtle y miembros del personal del Banco de Germoplasma del CIMMYT cerca de Tonahuixtla. (Foto: Proporcionada por Denise Costich/CIMMYT)