El 7 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, una fecha establecida por la ONU para crear conciencia sobre la importancia de mantener un aire limpio y reducir la contaminación atmosférica a nivel global. En este contexto, uno de los desafíos más apremiantes que enfrentan muchas regiones agrícolas es la quema de residuos agrícolas, una práctica común pero altamente perjudicial para el medioambiente y la salud pública.
En muchos países, especialmente aquellos con economías agrícolas prominentes, quemar residuos como tallos, hojas y cáscaras es visto como una solución rápida y económica para despejar los campos después de la cosecha. Este método, sin embargo, tiene consecuencias graves. La quema libera una mezcla tóxica de contaminantes al aire, incluyendo gases de efecto invernadero y contaminantes climáticos de vida corta, como el carbono negro, un componente que juega un papel crucial en el cambio climático.
El carbono negro no solo acelera el calentamiento global al absorber la luz solar y calentar la atmósfera, sino que también representa una amenaza directa para la salud humana. Este contaminante puede penetrar profundamente en los pulmones y el sistema cardiovascular, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias, cáncer y otras afecciones graves. Además, las quemas agrícolas generan dioxinas, compuestos altamente tóxicos y cancerígenos que resultan de la combustión incompleta de materiales que pueden contener plaguicidas.
Además de los impactos directos en la salud y el clima, las quemas agrícolas tienen consecuencias locales significativas. Las emisiones contaminantes afectan la calidad del aire en comunidades rurales, donde la exposición a niveles elevados de humo puede causar problemas respiratorios crónicos, especialmente en niños y personas mayores. Además, las quemas reducen la visibilidad en las carreteras, aumentando el riesgo de accidentes de tránsito.
En México, la quema de rastrojos es una práctica arraigada en muchas regiones agrícolas. No obstante, el CIMMYT, en colaboración con socios locales, ha lanzado la campaña “Sinaloa no quema“, con el objetivo de reducir esta práctica en el estado de Sinaloa, una de las principales zonas agrícolas del país.
La campaña promueve los beneficios de mantener el rastrojo en el suelo. El rastrojo, lejos de ser un desecho, actúa como un manto protector que ayuda a conservar la humedad del suelo, mejorar su estructura, y aumentar la fertilidad al descomponerse. Esta práctica, que forma parte de un sistema sustentable conocido como agricultura de conservación, es una de las estrategias clave que el CIMMYT impulsa para lograr una agricultura más sostenible y resiliente al clima.
Las investigaciones científicas apoyan firmemente la eliminación de las quemas agrícolas. Estudios demuestran que los suelos que conservan el rastrojo tienen una mayor capacidad para retener agua y nutrientes, lo que se traduce en rendimientos agrícolas más altos y sostenibles. Además, al evitar las quemas, se previene la liberación de contaminantes atmosféricos peligrosos, contribuyendo a un aire más limpio y a la salud pública.
En este Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, es crucial reflexionar sobre nuestras prácticas agrícolas y considerar alternativas que no solo protejan el medioambiente, sino que también aseguren la salud de las comunidades rurales. El CIMMYT, a través de iniciativas como “Sinaloa no quema”, está comprometido a impulsar este cambio, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles que beneficien tanto a los agricultores como al planeta.