Michoacán.- Con flores amarillas o blancas que parecen de papel, y con hojas y tallos espinosos de color verde grisáceo, el chicalote (Argemone spp.) es una planta que crece de forma silvestre, por lo que generalmente es considerada una maleza y, sin embargo, para la Agricultura Sustentable esta planta es de mucha utilidad.
También conocida como cardo santo, adormidera o amapola mexicana, el chicalote es una planta de la familia Papaveraceae ―cuyo género está conformado por más de 35 especies―. Es de ciclo anual y se desarrolla en climas secos y templados, en suelos arenosos y ligeros con tendencia a la desertificación.
Por sus diversas propiedades metabólicas y su morfología, brinda una amplia gama de beneficios, uno de ellos es que ayuda descompactar el suelo. Esto es muy útil pues, para quienes trabajan con Agricultura de Conservación, las capas del suelo endurecidas son una limitante para la implementación de este sistema, para el que la mínima labranza ―que favorece la estructura y calidad del suelo― es uno de sus componentes básicos.
Muchas veces, con la justificación de romper la capa de arado —también llamada “suela de labor” o “pie de arado”, que es una capa del suelo tan compactada que impide la infiltración del agua y la penetración de las raíces de las plantas— se genera el paradigma de que es necesario mover el suelo, pero aprovechar las propiedades de plantas como el chicalote puede ser una alternativa.
El chicalote, morfológicamente, tiene una raíz pivotante ―es robusta y crece en línea recta hacia abajo― y profunda que ayuda a generar esa rotura vertical de manera natural, evitando así el endurecimiento de los suelos y permitiendo implementar la Agricultura de Conservación en las regiones de temporal.
Al ser propia de regiones semidesérticas y desarrollarse en suelos con baja fertilidad, el chicalote genera durante su desarrollo mecanismos de defensa que pueden tener diferentes efectos ―se han identificado más de 18 compuestos químicos distribuidos desde la raíz hasta las semillas―, de tal manera que puede ser utilizado como insecticida ―con su extracto vegetal se puede hacer manejo agroecológico de algunas plagas―.
Además, los extractos vegetales hechos con chicalote pueden inhibir el desarrollo de la red de filamentos de los hongos Colletotrichum gloeosporioides —que causa la antracnosis en frijol, la cual es una enfermedad que aparece como lesiones de color marrón y luego suelen transformarse en lesiones más severas o chancros— y Penicillium digitatum —que causa el moho verde y azul en algunas frutas y granos de almacén—. Esta propiedad fungicida debe usarse solo de manera preventiva.
Tradicionalmente, el principal uso del chicalote ha sido en el campo de la herbolaria y ha sido estudiada también desde la farmacología, pues se trata de una planta con propiedades analgésicas, antiespasmódicas, sedantes, purgantes, vulnerarias (ayuda a cicatrizar) y alucinógenas, por lo cual su uso medicinal debe dejarse en manos de expertos.
Se estima que en el mundo hay alrededor de 298,000 especies de plantas, aunque solo están registradas alrededor de 215,000. El conocimiento de esas especies es fundamental, pues solo así se pueden aprovechar —y preservar—. Incluso las denominadas malezas, como el chicalote, poseen características útiles para la alimentación, la salud, la industria y, en este caso, la propia agricultura.
Es importante entonces evitar prácticas, como el monocultivo, que reducen la biodiversidad y favorecen el desplazamiento de especies vegetales. Algunas de estas plantas pueden aprovecharse para diversos usos, favoreciendo además la funcionalidad de los ecosistemas —al asegurar el alimento y brindar protección a diversos insectos benéficos— y la sustentabilidad de los cultivos.