Texcoco, Edo. Méx.- Actualmente cerca de la mitad de los habitantes del mundo viven en zonas urbanas y se espera que en menos de 10 años sea el 60% de la población mundial la que esté viviendo en ciudades. De acuerdo con las Naciones Unidas, la rápida urbanización tendrá consecuencias graves de no tomarse hoy las medidas adecuadas. La recogida de residuos, los sistemas de agua y saneamiento, el transporte y el abastecimiento de alimentos serían los aspectos más problemáticos y darían como resultado un número creciente de habitantes en condición de pobreza e inseguridad alimentaria, infraestructuras y servicios inadecuados y sobrecargados, así como un aumento del deterioro del medioambiente.
Para reflexionar sobre esta preocupante situación a la que se enfila la humanidad, las Naciones Unidas designaron el primer lunes de octubre de cada año como Día Mundial del Hábitat. La fecha también sirve como un recordatorio de que todos tenemos la responsabilidad de moldear el futuro de nuestros hábitats, así que una de las preguntas esenciales es, sin duda, la referente a pensar cómo será el campo en un mundo de ciudades.
Si bien las ciudades y las áreas metropolitanas son importantes para la economía de los países, el sustento de sus habitantes no puede provenir de su interior sino, necesariamente, de las zonas rurales, del campo. ¿Cuál ha de ser la relación entre el campo y la ciudad?, ¿cómo seguir cubriendo las necesidades alimenticias de toda la sociedad (del campo y de la ciudad) en medio de un escenario donde el crecimiento urbano reduce la superficie cultivable?
De acuerdo con un estudio del Instituto de Recursos Mundiales (WRI México, 2021), la mayoría de las ciudades mexicanas se ha expandido, formando ciudades menos densas, pero más extensas. En el estudio destacan las altas tasas de crecimiento en las ciudades turísticas costeras (Cabo San Lucas y San José́ del Cabo en Baja California Sur, Playa del Carmen y Cozumel en Quintana Roo, Puerto Vallarta en Jalisco, Manzanillo en Colima y Puerto Peñasco en Sonora) y las ciudades del norte del país, particularmente las ciudades fronterizas de Baja California y Sonora (Tijuana, Mexicali, Nogales).
“A una escala menor, las localidades periféricas de las zonas metropolitanas cobran especial importancia, ya que crecen a ritmos cuatro veces superiores a las localidades centrales”, señala el estudio, el cual enfatiza además en que esta dinámica implica una triple afección: la expansión urbana (y sus repercusiones ya señaladas), el incremento de la movilidad mediante automóviles (y por tanto el incremento de emisiones contaminantes), y la polarización socioeconómica en el acceso a satisfactores (como los alimentos que provienen del campo).
Fuente:
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Zubicaray, G., Brito, M., Ramírez Reyes, L., García, N., y Macías, J. (2021). Las ciudades mexicanas: tendencias de expansión y sus impactos. Coalition for Urban transitions: London, UK, y Washington, DC.