En México, el estado de Oaxaca se encuentra entre los 10 de mayor producción de cempasúchil (Tagetes erecta), la flor con más demanda para las celebraciones de Todos los Santos y Fieles Difuntos (1 y 2 de noviembre, respectivamente), mejor conocidas como Día de Muertos.
En consecuencia, el cempasúchil tiene un periodo de venta muy específico, así que los productores, a partir de su experiencia, han definido fechas de siembra para lograr flores de calidad a finales del mes de octubre. No obstante, en años recientes se ha detectado un incremento en la temperatura que repercute en el desarrollo y floración de esta emblemática flor mexicana.
Sin estrategias de adaptación de los cultivos al cambio climático, las consecuencias para los productores podrían ser severas. Para el caso específico del cempasúchil, la variabilidad climática registrada da una flor de menor calidad que es castigada por el mercado con un menor precio y, en algunos, con la negación de la compra.
El cambio climático también está haciendo necesario hacer ajustes en otros cultivos de importancia económica para Oaxaca, incluido el maíz: de acuerdo con Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) de México, en los próximos 24 años Oaxaca presentará mayor aridez en todo su territorio, afectando particularmente a los productores de temporal (actualmente más del 90% de la superficie agrícola cultivada con maíz en Oaxaca es de temporal).
Ante la necesidad de ajustar fechas de siembra para reducir los impactos del cambio climático (y de otros fenómenos como la canícula) y aprovechar las lluvias que se presentan en el mes de septiembre en la región de Valles Centrales en Oaxaca, Agricultura Familiar y Agronegocios A.C. y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), evalúan opciones viables para los agricultores oaxaqueños.
Ajustar fechas de siembra es un proceso complejo porque existe una serie de factores culturales que se deben considerar. En las distintas comunidades de los Valles Centrales, por ejemplo, las fechas de siembra están asociadas con festividades religiosas: las siembras del Día de la Santa Cruz (3 de mayo), las siembras de San Isidro (15 de mayo), las siembras de San Pedro (29 de junio) o las siembras de San Juan (24 de junio), por citar algunos ejemplos.
En el proceso de tratar de entender qué factores son los que intervienen y qué tan compatibles pueden ser con la producción de maíz en un contexto de cambio climático es que se ha llegado a considerar al cempasúchil y la borla (Celosia cristata) como cultivos potencialmente útiles para desarrollar estrategias en este sentido.
Así, de acuerdo con datos climáticos proporcionados por el CIMMYT, en el municipio oaxaqueño de Magdalena Apasco (de 2007 al 2020) se observó un incremento de dos grados en el promedio de la temperatura máxima mensual de los meses de julio a octubre, que es precisamente el periodo de siembra, desarrollo y cosecha del cempasúchil en la zona.
Identificar estas variaciones climáticas permite explicar no solo por qué existe la percepción de más calor en la comunidad, sino que constituye el punto de partida para el desarrollo de estrategias de adaptación agronómicamente viables y culturalmente pertinentes para los productores.
Igual que ocurre en el municipio de Magdalena Apasco, donde se han ido documentando los cambios en las actividades desarrolladas por los productores y sus efectos en el rendimiento de los cultivos, esta situación no es exclusiva de ese lugar y en diferentes zonas de México y el mundo los productores requieren alternativas de adaptación al cambio climático.
El caso del cempasúchil muestra cómo el mercado juega un papel clave y cómo la demanda de productos de calidad en periodos específicos, así como la elección del consumidor por productos con responsabilidad social y pertinencia ecológica, pueden influir en la adaptación de sistemas de producción de maíz y en el desarrollo de sistemas agroalimentarios integrales.