Es muy pequeño, microscópico y, sin embargo, representa una de las más grandes amenazas a la seguridad alimentaria global en la actualidad y a futuro. Se trata de Magnaporthe oryzae, un hongo patógeno causante de la explosión del trigo —brusone o piricularia del trigo—, enfermedad devastadora que, de acuerdo con una reciente investigación, podría reducir la producción mundial de trigo drásticamente.
Tan solo en la temporada 2021-2022, el trigo se cultivó en 222 millones de hectáreas en todo el mundo, produciendo 779 millones de toneladas de grano. En este sentido, buscar soluciones para enfrentar aquellas enfermedades con potencial de reducir tan drásticamente la producción del cultivo es una misión de primer orden de importancia.
“La explosión del trigo se ha convertido en una amenaza sustancial para la producción de trigo en áreas cálidas y húmedas. El brote que actualmente afecta a la producción se reportó por primera vez en Brasil en 1985 y luego se extendió gradualmente a los países vecinos, causando notables pérdidas de rendimiento”, señalan los especialistas que investigan la vulnerabilidad del trigo a dicha enfermedad en un contexto de cambio climático.
Lejos de ser un problema que haya quedado en el pasado y en un área restringida, la explosión del trigo ha prevalecido y se ha extendido, afectando a amplias regiones en varios continentes: “En febrero de 2016 se registró en Bangladés, siendo la primera vez que se reportaba fuera de América del Sur y, poco después, en 2018, se reportó por primera vez en Zambia, en el continente africano”, detallan los investigadores.
¿Cuál es el impacto potencial de la enfermedad a nivel global y regional en un contexto de variabilidad climática?, ¿cuántas hectáreas podrían ser afectadas por el patógeno?, ¿cuáles son las zonas más vulnerables?
Para ayudar en la comprensión de los riesgos y en el diseño de soluciones, un grupo de investigadores de diversos países acoplaron dos modelos de simulación —uno para el crecimiento y rendimiento del trigo, y otro para simular la dinámica de desarrollo de la enfermedad—, considerando además estudios previos y haciendo análisis de datos históricos.
Uno de los aspectos más relevantes y novedosos de este nuevo estudio es que su metodología considera, además de la vulnerabilidad climática —que está impulsando futuros eventos de la enfermedad en nuevos países—, factores que no habían sido contemplados previamente, como la acumulación del inóculo —el microorganismo o sus partes capaces de provocar infección, como esporas, fragmentos miceliales, etc.—, la supervivencia de las esporas, la infección y el daño a los cultivos.
En las condiciones climáticas actuales, enfatiza el estudio, 6.4 millones de hectáreas de tierras cultivables son potencialmente vulnerables a la enfermedad, y “es probable que un clima más húmedo y cálido en el futuro aumente el área con condiciones adecuadas para la infección, particularmente en el hemisferio sur, reduciendo la producción mundial de trigo en 69 millones de toneladas por año hacia 2050, esto es una disminución de 13 %”.
“La vulnerabilidad más extrema estimada en climas futuros se encuentra en América del Sur y África, que pueden ver hasta el 75 % de las áreas de trigo se vuelven vulnerables a la enfermedad”, señala el estudio, el cual revela que además de las regiones que actualmente son afectadas por la enfermedad, existe “potencial de pérdida de rendimiento incluso en países o regiones donde la enfermedad aún no está presente”.
El sureste de los Estados Unidos, México, América Central, África Oriental, India, Australia Oriental, Japón, Italia, España, Nueva Zelanda, entre otros países que no habían sido afectados anteriormente, son vulnerables, señala el estudio, el cual contribuye a que centros de investigación como CIMMYT —70% del trigo sembrado en el mundo deriva de materiales genéticos del CIMMYT— delineen estrategias de prevención y atención oportunas para hacer frente a enfermedades como la explosión del trigo.
Para los especialistas que participaron en el estudio —de CIMMYT (México y Bangladés), de la Universidad de Florida (Estados Unidos), de la Corporación Brasileña de Investigación Agrícola (EMBRAPA), del Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI, Estados Unidos) y la Universidad Técnica de Múnich (Alemania)— es fundamental continuar con la investigación y llevar a los productores las semillas y las prácticas de cultivo adecuadas.
A través de su programa de Sistemas Agroalimentarios Sustentables (SAS), CIMMYT impulsa acciones para que los productores del mundo se adapten a las nuevas condiciones climáticas. La ciencia colaborativa es una de estas acciones. Te invitamos a leer el artículo completo Vulnerabilidad de la producción a la enfermedad de explosión de trigo bajo el cambio climático, disponible en la revista Nature Climate Change: https://doi.org/10.1038/s41558-023-01902-2