Octubre es un mes importante para la seguridad alimentaria global: el 16 de ese mes se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, el 17 el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y el 18 el Día Mundial de la Protección de la Naturaleza.
No es casual que estas conmemoraciones sean consecutivas. Hambre, pobreza y recursos naturales están íntimamente ligados y son un recordatorio de que las sociedades deben impulsar más que nunca la adopción de prácticas más sustentables para preservar los recursos de la Tierra, la salud de la población y el clima.
A través de proyectos como ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— muchas comunidades están creando sistemas de producción más sostenibles al aumentar la agrobiodiversidad de sus parcelas.
Cultivar una mayor variedad de especies vegetales impacta positiva y directamente en la seguridad alimentaria. Lamentablemente, la diversidad vegetal de los campos agrícolas ha disminuido mucho —desde 1900 se ha perdido alrededor de 75% de la diversidad de cultivos—. En la actualidad, de las 6 mil especies de plantas cultivadas para la alimentación, solo nueve representan el 66% de la producción total de cultivos en el mundo.
“Aquí muchas semillas se han perdido, como el Xmejen nal. Yo no lo tengo ya, aunque un tío mío todavía lo tiene. Es un elote que solo tarda dos meses en darse. El Sak tu’ux tampoco ya lo tenemos, ese lo tenían mis padres, ellos lo sembraban”, comenta Petronila Chan —doña Petro, como le gusta que le llamen—, una productora de Campeche que participa en el proyecto de diversificación de cultivos que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT.
A través del proyecto se promueve la diversificación sustentable de cultivos y la asociatividad como base para fortalecer a las comunidades en su tejido social. Con énfasis en temas de género y el desarrollo de habilidades financieras, el proyecto contribuye a incrementar la resiliencia de las comunidades.
Al diversficar cultivos, por ejemplo, los productores pueden disponer de alimentos más variados y más oportunidades para comercializar sus excedentes. También se promueven tecnologías herméticas poscosecha —como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas— para disminuir la pérdida de granos por plagas de almacén y se contribuye al rescate de semillas nativas.
“Yo trabajo la tierra y esto es mi cosecha, esto es lo que nos ha dado la vida. Lo que tenemos aquí es sikil —pepita molida—, se come con tortilla hecha a mano. Esto es la semilla de makal (Xanthosoma yucatanense), esto se siembra uno por uno; después de mover la tierra se pone a una distancia porque esto crece, y crece grande debajo de la tierra. Esto, me enseñaron mis papás, que cuando a veces no se da bien el maíz, el makal se revuelve con un poco de masa y con eso se puede alimentar a los hijos”.
Como doña Petro, los agricultores familiares de todo el mundo —casi 800 millones de personas— han sido durante mucho tiempo los principales proveedores de alimentos de sus comunidades: trabajan el 75% de las tierras agrícolas del planeta y producen alrededor del 80 % de los alimentos del mundo. Ellos trabajan constantemente para adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas y sociales y, algunos de ellos, como doña Petro, se esfuerzan cada día para preservar la diversidad biológica de los cultivos.
“Esto es íis (Ipomea batatas), que también se puede sembrar con el maíz. Ahí puedes tener comida en un terreno pequeño. El trabajo del campo hay que vigilarlo, cuando agarras el lóobche (coa) trabajas con todo tu cuerpo y tu mente. Esta es la herencia de mis padres y no me gustaría que se pierda. Con orgullo esto me lo dejaron mi papá y mi mamá que en paz descansen y esto es lo que tengo que cuidar. Aquí están las semillas y no quisiera que se pierdan porque tienen un procedimiento y si nadie lo trabaja se pierden y pues sin esta semilla dichosa cómo iremos a vivir”.
En momentos como el actual donde se ha incrementado el número de personas con hambre debido a los conflictos y la recesión económica global existe la oportunidad de adoptar soluciones innovadoras basadas en evidencia científica para mejorar los sistemas alimentarios. Por esta razón, este proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT visualiza a la agricultura alineada con la naturaleza, lo cual implica considerar el aprovechamiento de las sinergias entre la innovación sustentable y la agrobiodiversidad.
“Gracias a estos ingenieros ahorita nos han dado una experiencia de cómo cuidar la semilla, cómo hacer para que no le entre bicho. Mis compañeras de trabajo son seis señoras mayores que yo. Ellas me ayudan y con ellas escuchamos los consejos que nos vienen. A veces no conocemos bien lo que son las plagas, pero ellos sí lo conocen, o a qué tiempo se debe fertilizar, a qué tiempo se puede cosechar, o las bolsas para que no entre el gorgojo… por eso es importante escuchar lo que ellos dicen”.
Convencida de que la innovación fortalece la tradición, doña Petro concluye: “me gustaría que esta herencia la reciban los jóvenes para que puedan vivir mejor, para que se ocupen y puedan tener una vida bonita. Ese es mi propósito, decirle a mi hija que se ocupe en algo y cuide esta semilla para que viva bien, por eso le digo «apréndela a cuidar y aprende a cosechar, no a trabajar la tierra fácil, sino a trabajarla como es debido»”.