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Desperdicio de comida en ALC afecta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios

22 de julio de 2014.


En América Latina y el Caribe (ALC) se pierden y desperdician más alimentos que los que son necesarios para satisfacer las necesidades nutricionales de las 47 millones de personas que aún sufren hambre en la región, señaló la FAO. Esto es 6 por ciento de las pérdidas globales de alimentos en la región, según el informe Pérdidas y desperdicios de alimentos en América Latina y el Caribe, de la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) .

Con los alimentos que se pierden sólo a nivel de la venta al detalle –en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta– se podría alimentar a más de 30 millones de personas, 64 por ciento de quienes sufren hambre en la región, señala el documento.

Las pérdidas de alimentos se refieren a la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo humano a lo largo de la cadena de suministro, pero principalmente en las fases de producción, poscosecha, almacenamiento y transporte.

Los alimentos que se pierden a este nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice y Colombia son equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes sufren hambre en dichos países, subrayó el informe dado a conocer en Santiago.

En Antigua y Barbuda, Bahamas, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Trinidad y Tobago, Belice, Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Surinam y Uruguay podrían disponer de los alimentos que necesitan para lograr el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si redujeran esas pérdidas.

El representante regional del FAO, Raúl Benítez, explicó que cada año en América Latina y el Caribe se pierde o desperdicia alrededor de 15 por ciento de sus alimentos disponibles, lo que afecta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduciendo la disponibilidad local y mundial de comida, además de generar menores ingresos para los productores y aumenta los precios para consumidores.

El funcionario también agregó que las pérdidas y desperdicios también tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales.

Las pérdidas y desperdicios ocurren a lo largo de la cadena alimentaria: en la región 28 por ciento se da a nivel del consumidor; otro 28 en la producción, 17 en mercado y distribución, 22 en el manejo y almacenamiento y 6 por ciento restante en el procesamiento.

Aunque es importante señalar que los países de la región disponen de calorías más que suficientes para alimentar a todos sus ciudadanos, la enorme cantidad de alimentos que se pierden o que acaban en la basura es sencillamente inaceptable, explicó Benítez.

A escala global, de acuerdo con el informe de la FAO, entre un cuarto y un tercio de los alimentos producidos anualmente para consumo humano se pierde o desperdicia. Esto equivale a cerca de mil 300 millones de toneladas de alimentos, lo que incluye 30 por ciento de los cereales, entre 40 y 50 de las raíces, frutas, hortalizas y semillas oleaginosas, 20 de la carne y productos lácteos y 35 de los pescados. La FAO calcula que dichos alimentos serían suficientes para alimentar a 2 mil millones de personas.

La estrategia para la reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos debiera basarse en tres pilares fundamentales:

I. Tecnología, innovación y capacitación para la recopilación de datos, implementación de buenas prácticas e inversiones en materia de infraestructura y capital para mejorar la eficiencia de los sistemas alimentarios;

II. Gobernanza para el establecimiento de marcos normativos, inversión, incentivos y alianzas estratégicas;

III. Información y comunicación a través de campañas de sensibilización a cada uno de los actores de la cadena alimentaria como la Iniciativa global SAVE FOOD (Iniciativa mundial sobre la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos).