De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), existe un importante potencial para incrementar el contenido de carbono del suelo a través de la rehabilitación de los suelos degradados y la adopción amplia de prácticas agrícolas sustentables orientadas a conservar el suelo.
En el marco del programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) evaluaron el efecto de diversos tipos de labranza en la disponibilidad del carbono orgánico del suelo. La determinación de esta disponibilidad permite evaluar cambios en la calidad de la materia orgánica bajo distintos manejos agronómicos.
El estudio se realizó en el Campo Experimental Río Bravo durante el ciclo otoño-invierno 2018-2019 y consideró cinco tratamientos: cero labranza con 50% de residuos de cosecha, cero labranza con 100% de residuos de cosecha, cero labranza con 0% de residuos de cosecha, subsuelo más rastra y barbecho más rastra.
Después de someter los datos recolectados a pruebas estadísticas, los resultados indican que las prácticas con mínimo movimiento del suelo benefician las reservas de carbono, sobre todo cuando se realiza en combinación con la incorporación de residuos de cosecha. En contraste, se encontró que el manejo agrícola convencional de los suelos, mediante el uso intensivo del barbecho y la rastra, promueve la liberación de carbono hacia la atmósfera.
El estudio sugiere que la menor concentración de carbono en los tratamientos de labranza convencional pudo estar relacionada con la aceleración de la mineralización de la materia orgánica del suelo debido al laboreo intenso; mientras que la mayor concentración de carbono en los tratamientos con Agricultura de Conservación refleja la disminución de la oxidación de la materia orgánica del suelo y, en consecuencia, el favorecimiento de la acumulación de carbono en los suelos bajo ese manejo a largo plazo.
En suma, el estudio señala que las prácticas de labranza convencional, basada en barbechos y rastras, perjudican la estructura del suelo y dificultan el aprovechamiento de la materia orgánica. Por otro lado, la Agricultura de Conservación favorece el aprovechamiento de la materia orgánica y optimiza la fertilización, lo que incrementa la entrada de carbono al suelo.
Dicho de otra manera, el manejo agrícola convencional de los suelos en el norte de Tamaulipas (uso intensivo del barbecho y la rastra) promueve la liberación de carbono hacia la atmósfera y contribuye al calentamiento global, mientras que el uso de prácticas de conservación (mínima labranza y cobertura del suelo con rastrojo) favorece la acumulación de carbono en formas orgánicas dentro del suelo, lo cual constituye una significativa aportación para mitigar el cambio climático desde la agricultura.