“La forma convencional en que hacíamos la preparación del terreno implicaba mover mucho la tierra y ahora vemos que eso no es necesario. Usábamos pesticidas que no son, digamos, bondadosos con el suelo. Ahora cada vez tendemos a ser más cuidadosos con el medioambiente y resulta que es más rentable. Hoy, yo ya no me atrevería a usar un pesticida o un producto contaminante que afecte a los seres humanos o al ambiente”, comenta Leopoldo Gutiérrez Arroyo al tiempo que señala los rastrojos que cubren el suelo en su parcela.
Leopoldo es un agricultor de Sinaloa que participa en el proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Para él, dejar de quemar el rastrojo y aprovecharlo para cubrir el suelo y protegerlo de la erosión representa un cambio de valores y una nueva y mejor forma de hacer agricultura, una agricultura que está contribuyendo a regenerar la Tierra.
Las innovaciones agronómicas que han adoptado los productores que participan en el proyecto con Kellogg, como Leopoldo, promueven una relación más armónica con la naturaleza y buscan consolidar un modelo de abastecimiento responsable que brinde equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Esto es, un modelo más sostenible para la producción y el consumo que permita satisfacer las necesidades de alimentación de una población en crecimiento dentro de los límites planetarios.
De seguir con los hábitos de producción y consumo actuales se estima que en menos de 30 años se requeriría lo equivalente a tres planetas Tierra para satisfacer todas nuestras necesidades. La escasez de agua global y la disminución de las tierras cultivables debido al crecimiento urbano y la degradación de los suelos son un recordatorio de que los recursos naturales de este planeta tienen un límite y, también, la razón por la que es importante acelerar la adopción de prácticas sustentables en los sistemas agroalimentarios.
En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra (22 de abril), proyectos como Apoyo al Abastecimiento Responsable en México recuerdan la importancia de establecer una nueva relación con la Tierra y, sobre todo, la importancia de reconocer que el planeta y sus ecosistemas son el hogar común de la humanidad. No hacer nada para cuidar este hogar podría conducir muy pronto a nuevas crisis (sanitarias, socioeconómicas y alimentarias) y desde la agricultura se puede hacer mucho en favor este, que es hogar de todos.
Si se considera a nivel global que el sector agropecuario es responsable del 24% de los gases de efecto invernadero (que contribuyen al cambio climático) y del 70% de las as extracciones de agua de ríos, lagos y acuíferos; y que además con cada grado que aumente la temperatura de la Tierra la producción de cereales se reduce 5% aproximadamente, entonces el nuevo modelo de producción y consumo sostenible debe procurar un menor impacto ambiental y una mayor productividad y beneficios al productor al mismo tiempo.
La Agricultura de Conservación que promueve el proyecto de Kellogg y el CIMMYT permite avanzar en ese sentido: en tres años de trabajo en Sinaloa y Guanajuato se ha fomentado la adopción de prácticas agrícolas sostenibles en casi 7 mil hectáreas, aumentando 36% la productividad promedio de maíz. Tan solo en 2021 en esos estados se trabajó con más de 350 agricultores, impactando en más de 2,400 hectáreas y produciendo cerca de 26 mil toneladas de maíz amarillo con prácticas y tecnologías de intensificación sustentable.
En los próximos años, esta iniciativa buscará impactar en cerca de 20 mil hectáreas para producir cerca de 180 mil toneladas de maíz cultivado con una huella de carbono reducida. A la fecha, de hecho, se ha logrado usar menos combustible para la producción de granos, así como un uso más eficiente del riego.
“Nos ahorramos en maquinaria, combustibles, nos ahorramos en agroquímicos, nos ahorramos en fertilizantes. Ahora producimos con mayor calidad y lo hacemos con un menor costo porque hacemos labranza mínima, además nos enseñan a hacer un manejo integrado de las plagas e incluso optimizamos el uso de los fertilizantes”, señala Leopoldo en referencia a este sistema que, además, evita que se hagan quemas agrícolas, una de las principales causas de incendios forestales.
Así, al acercar a los productores la información que necesitan para conocer y contar con las herramientas que les permitan integrar métodos de producción sostenible, se beneficia a la Tierra y a la humanidad en consecuencia.