Hub Bajío, Jal.- Con el afán de incrementar su productividad, muchos agricultores de Jalisco hacen un uso excesivo de agroquímicos. La sobredosificación de fertilizantes químicos tiene un impacto negativo en el medioambiente y la sustentabilidad del sistema de producción, pues afecta la salud del suelo y el bolsillo del productor.
Para ofrecer soluciones a esta problemática, el Hub Bajío —del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se ha dado a la tarea de capacitar a productores y técnicos en temas de fertilización integral, brindándoles herramientas para que tomen las mejores decisiones en sus unidades de producción, particularmente las que les permitan mejorar la fertilización de sus cultivos y generar un plan de fertilización adecuado.
Las herramientas que se promueven son el análisis químico de suelo (para generar el plan de fertilización) y el uso de sensores ópticos (para determinar las condiciones del suelo y las necesidades del cultivo y complementar la fertilización durante el ciclo).
En Jalisco el Hub Bajío trabaja con técnicos y productores para calibrar y validar el sensor GreenSeeker® y generar el algoritmo (la fórmula matemática que ayuda a transformar el NDVI —o Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada— en dosis de nitrógeno) que permite hacer las recomendaciones de fertilización nitrogenada para el cultivo de maíz. Para tal efecto, se han establecido ensayos de calibración y validación que año con año ayudan a mejorar la precisión del algoritmo para poder relacionar el nitrógeno con el rendimiento, encontrando las dosis necesarias para nuestra meta de rendimiento.
Debido a que es posible que el resultado del análisis de suelo no represente la condición química de este durante el desarrollo del cultivo, es necesario realizar un análisis que ayude a corroborar que el plan de fertilización sigue siendo vigente para el cultivo. De ahí surge la utilidad del sensor GreenSeeker® (que toma lecturas en el espectro visual y el infrarrojo para generar un índice de vegetación que se relaciona con el rendimiento) para verificar que el plan de fertilización sea correcto o para adecuarlo.
Tras la calibración (y una vez obtenido el algoritmo) se procede a validar el resultado en parcelas de productores y posteriormente se promueve su adopción (con la asesoría de los técnicos capacitados). Cabe mencionar que el sensor requiere un área de referencia rica en nitrógeno para ser comparada con el área a fertilizar (el sensor entonces puede procesar los datos y emitir una recomendación de fertilización nitrogenada). La ventaja de utilizar el sensor es que, dada la movilidad del nitrógeno en el suelo y su alta relación con el cultivo, permite hacer un monitoreo más efectivo.