Ocampo es un municipio al norte de Guanajuato donde predomina la agricultura de temporal. En esta zona semiárida se han presentado problemas por falta de lluvias por lo menos los últimos seis años (incluso en junio, julio y agosto, que históricamente habían sido los meses más lluviosos). Además, sus suelos presentan bajo contenido de materia orgánica y sus terrenos de cultivo presentan pendientes de hasta 20% (es decir, que por cada 10 metros que se avanza en horizontal se sube dos).
Los cultivos más importantes en Ocampo son el maíz y el frijol —los rendimientos promedio son de 1.2 toneladas por hectárea (t/ha) en el caso del frijol y 10 t/ha en el caso del maíz (en pastura seca con planta y mazorca)—, cuyo manejo convencional consta de labranza con arados, subsuelos y rastras.
Debido a que la mayoría de los productores barbecha como primera opción de manejo agronómico, y derivado de la escasez de agua para riego en la zona, los productores han tenido problemas de rendimientos y también empiezan a presentar problemas con sus suelos, ya que cada vez es más difícil romper la capa de arado —capa del suelo tan compactada que impide la infiltración del agua y la penetración de las raíces de las plantas— que se forma por el movimiento continuo y excesivo del suelo.
Para brindar alternativas a los productores locales, el equipo técnico de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— analizó los sistemas de producción locales e identificó prácticas y tecnologías adecuadas para mejorar la calidad de los suelos, reducir los costos de producción y mantener o incrementar el rendimiento de los cultivos de una forma sustentable.
Las prácticas identificadas fueron la rotura vertical —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— y el trazo de curvas a nivel —o “siembra al contorno” que permite reducir la erosión del suelo—, ambas han sido punta de lanza para la adopción de otras tecnologías, ya que estas permiten un acondicionamiento del suelo para mejorar el aprovechamiento del agua, incrementar la productividad y ahorrar costos de producción.
Es importante mencionar que estas prácticas agrícolas han sido evaluadas en las plataformas de investigación de MasAgro Guanajuato y en diversos módulos (parcelas demostrativas) que se han establecido con productores locales, mismos que han incrementado sus rendimientos y han pasado, en muchos casos, de 800 kilogramos a dos toneladas y media de frijol por hectárea.