Se estima que cerca de 64% de los suelos de México están degradados (FAO, 2015). La degradación física —que es la pérdida en la calidad de la estructura del suelo que afecta la germinación y el desarrollo de las raíces de las plantas— predomina en cerca de 10.8 millones de hectáreas (aproximadamente 6% de la superficie nacional). En esta superficie, la compactación es el tipo específico de degradación predominante (alrededor de 70%) (Semarnat, 2015).
La compactación facilita las pérdidas de producción, ya que reduce la oxigenación del suelo; la infiltración de agua; la actividad microbiana y de lombrices; y el crecimiento de las raíces, lo cual deriva —con frecuencia— en un menor tamaño de la planta y un aumento en su marchitez y delgadez.
Los suelos compactados son un problema que afecta tanto a los productores como a las comunidades, pues además incide negativamente en la dinámica socioeconómica local, como ha ocurrido con algunos productores de cebada en San Luis Potosí.
Recientemente, el ingeniero Luis Adrián Olmos, analista de agronegocios del Grupo Modelo en aquella entidad, invitó a técnicos de MasAgro —programa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— a visitar la parcela del señor Mateo Conde, uno de los productores con los que colabora, para establecer un módulo agronómico de cebada, cuya productividad se ha visto afectada debido a la compactación del suelo.
Con el fin de ofrecer soluciones adecuadas a esta problemática, el equipo de MasAgro realizó un análisis de suelo para conocer la dureza específica y así definir cuáles son las prácticas más pertinentes para preparar la parcela. Para esto, se hicieron pruebas con el penetrómetro (instrumento que mide la dureza del suelo) y se observó que en la parcela había marcadas diferencias de dureza, ocasionadas por el paso de camiones que van por agua al pozo.
Después de analizar los datos obtenidos, se confirmó que el suelo de la parcela del señor Mateo es poco favorable para el crecimiento de las plantas cultivadas, por lo que en lo sucesivo se trabajará para determinar cuáles son las prácticas más adecuadas para mejorar su calidad y estructura.