Emigdio Méndez es un productor de maíz de Mocorito, en el estado mexicano de Sinaloa. Quienes lo conocen, lo describen como trabajador y ‘echado para adelante’. Por ello, en una zona que tiene problemas de escasez de agua para riego y los suelos son de mediana calidad, decidió apostar por hacer las cosas diferentes al implementar agricultura de conservación.
Este ciclo (otoño-invierno 2021-2022) Emigdio comenzó su participación en Apoyo al Abastecimiento Responsable en México —proyecto de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el cual la empresa SACSA participa en el acopio y transformación del grano—, cuyo objetivo principal es producir cereales de manera sustentable.
“Estoy contento y satisfecho con las bondades que brinda el sistema de producción que nos están enseñando a desarrollar”, comenta Emigdio, refiriéndose a la agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos.
Implementando este sistema de siembra y manejo de cultivo —cuyos mayores beneficios se observan al paso de los años—, el rendimiento en el terreno de Emigdio fue de 9,5 toneladas por hectárea; esto es una buena producción para una zona en la que hay escasez de agua y la calidad de los nutrientes suele limitar el crecimiento de la planta.
Con respecto a los costos de producción, Emigdio comenta que estos fueron menores, ya que pudo ahorrarse en promedio tres mil pesos (3 000 MXN) por hectárea. Esto es bastante significativo en estos tiempos en que los insumos, particularmente los fertilizantes, han aumentado mucho.
Adicionalmente, gracias al acompañamiento técnico que ha recibido, el productor hizo un mejor uso del agua, ya que pudo sembrar el maíz amarillo con la humedad residual de las lluvias —con esta práctica los agricultores pueden tener buenos resultados a pesar de estar en zonas donde el agua es escasa—.
En conjunto con el equipo técnico que le brinda acompañamiento por parte del proyecto, el productor busca aprovechar las tierras en verano, estableciendo así dos ciclos anuales en lugar de uno: maíz amarillo en otoño-invierno y ajonjolí o frijol guar en primavera verano. O bien, sembrar soya a finales de mayo si las condiciones lo permiten.
Al implementar un nuevo cultivo, menciona el equipo técnico que asesora a Emigdio, “se cumplirán los tres componentes básicos de la agricultura de conservación; mismos que nos ayudarán mejorar las condiciones del suelo, mitigar las malas hierbas y disminuir la incidencia de plagas; por ende, se obtendrán mejores resultados en el cultivo de maíz y si las condiciones de lluvias en verano son favorables se podrá obtener algo de grano e ingresos con los cultivos de rotación, porque actualmente la soya, el frijol guar y el ajonjolí tienen excelentes precios”.