Tahdziú, Yuc.- Este año el mundo alcanzó la cifra de 7,875 millones de habitantes. Tan solo hace 10 años era de 7,000 millones y en menos de 10 años más rebasará los 8,500 millones (UNFPA, 2021). Los retos de este panorama incluyen asegurar el acceso a servicios de salud, empleo y, por supuesto, una alimentación suficiente y nutritiva para todos.
México actualmente tiene 130.3 millones de habitantes (UNFPA, 2021). De mantenerse las tendencias, hacia 2030 podría ser el noveno país con mayor número de habitantes del planeta. En este sentido, en México y el mundo es urgente transitar hacia una agricultura más productiva y sostenible pues, además, la extensión de tierras cultivables se seguirá reduciendo cada vez más.
Existen retos adicionales, como la baja productividad, la alta dependencia de insumos agrícolas, los suelos degradados, la escasa capacitación a los productores y, en general, la prevalencia de una agricultura no sustentable. ¿Cómo cambiar este panorama?
La Agricultura Sustentable que promueve MasAgro —metodología impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que actualmente contribuye a la estrategia nacional Cultivos para México del Gobierno Federal— es una alternativa para reducir la presión sobre los recursos naturales en la producción agrícola frente a los retos del crecimiento poblacional.
En el municipio de Tahdziú, Yucatán, por ejemplo, la familia Valle —como muchas otras en el sur y sureste mexicano— ha tenido dificultades para lograr una buena producción que le permita comercializar y cubrir las necesidades de autoconsumo del maíz, papaya, tomate y otras hortalizas que constituyen la base de la economía familiar.
El cambio climático quizá no sea una palabra de uso común para la familia Valle, pero sus efectos —entre ellos la mayor incidencia de plagas— sí son notorios para sus integrantes: “Se ha visto mucha plaga en lo que sembramos, pero ahora ya no porque ya no estamos echando químicos que maten a los insectos que ayudan a controlar las plagas. Vemos que la forma de trabajo ha dado buenos resultados”, comenta David Valle.
Gracias a la colaboración de la Universidad Autónoma de Yucatán —a través del Proyecto Agencias de Desarrollo Humano Local—, el grupo de productores Guardianes de las Semillas, la Sociedad de Producción Rural Sac Catzin y el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la familia Valle se ha capacitado y aplicado conocimientos de Agricultura de Conservación y Manejo Agroecológico de Plagas en su parcela —la cual consta de seis hectáreas entre cultivos anuales y perennes—, mejorando así su sistema de producción.
Para David, el beneficio de dejar el rastrojo en la parcela y sin quemar es notorio luego de cinco años de haber iniciado con prácticas sustentables: “Las plantas crecen con más vigor, como si se les hubiera echado fertilizante químico, pero todo es orgánico. No hemos visto que la producción baje”, comenta el productor haciendo referencia a que ha notado el efecto del ciclaje de nutrientes gracias que han dejado de quemar la parcela, aplican biofertilizantes hechos con microorganismos del monte y a que han reducido el uso de herbicidas.
En vista de los resultados obtenidos, la familia Valle está entusiasmada por continuar implementando innovaciones sustentables en su sistema de producción. Actualmente, de hecho, David y su padre son promotores entusiastas de las prácticas agrícolas que han incorporado a su acervo cultural e invitan continuamente a más productores de su municipio a adoptar una agricultura más sustentable, productiva y resiliente.
Es a través de la colaboración entre los diversos sectores —público, privado, social y académico— que la producción agrícola podrá superar los retos que implica el continuo crecimiento poblacional. Y es a través de la Agricultura Sustentable que la sociedad podrá llegar al 2030 con la seguridad que su sistema agroalimentario estará a la altura de esos tiempos, cada vez más cercanos.