El cambio climático es una realidad. Posiblemente el término aún no sea de uso común en el habla cotidiana de la sociedad, pero sí las referencias a un clima cambiante, a la dificultad para distinguir las estaciones que antes estaban bien definidas, al aumento en el número y magnitud de fenómenos como los huracanes y las sequías y, particularmente, a la irregularidad de las lluvias.
Los cambios en los regímenes de lluvias aumentan las probabilidades de pérdidas de cosechas en el corto plazo, pero también las probabilidades de que se reduzca la producción a largo plazo por la disminución de la disponibilidad de agua en los ciclos consecutivos. Esto no solo afecta a los agricultores, sino a toda la sociedad porque representa una amenaza directa a su seguridad alimentaria.
La Sierra de Santa Marta, en el estado mexicano de Veracruz, es uno de esos lugares donde el cambio climático se ha manifestado con modificaciones en las lluvias. Los agricultores locales —de los municipios de Tatahuicapan, Mecayapan y Soteapan—, que dependen del temporal, han tenido que modificar sus sistemas de producción, pero en este cambio no todas las prácticas que han adoptado han funcionado como se esperaba, repercutiendo incluso en la conservación del suelo.
Para brindar a los productores de esta zona mejores herramientas para adaptarse al cambio climático, un grupo de promotores de la agricultura sustentable —Desarrollo Comunitario de los Tuxtlas (DECOTUX)— instaló un módulo de innovación para evaluar y promover, junto con los productores, prácticas agrícolas que buscan reducir el impacto de la escasez de lluvias y asegurar mejores rendimientos en la producción de maíz.
En el módulo, instalado en el marco de la iniciativa Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se trabaja para adaptar las prácticas agrícolas locales y brindar opciones que eviten o reduzcan otras prácticas como la roza, tumba y quema, facilitando la transición hacia una agricultura sustentable.
Por diversas circunstancias históricas, las tierras que eran de uso comunal y con periodos de descanso de hasta cinco años, fueron fraccionadas, delegando a cada agricultor una reducida zona de trabajo. Esto favoreció que los periodos de descanso del suelo se redujeran, los suelos se empobrecieran y aumentaran las quemas sin supervisión adecuada.
“Han sucedido accidentes de cientos de hectáreas, arrasando varias comunidades entre potreros, cafetales, acahuales, vegetación primaria, fragmentos de vegetación y bosques de pino y encino locales”, menciona el equipo de DECOTUX, poniendo de relieve la importancia de este módulo de innovación, ya que la escasez de lluvias y el incremento de la temperatura aumentan también el riesgo de incendios de grande magnitud.
Además de fomentar el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo en lugar de quemarlo, realizar análisis de suelos, evaluar distintas variedades de semillas —nativas e híbridas a fin de identificar las más adecuadas para la zona y las nuevas circunstancias climáticas—, y otras prácticas para mejorar la fertilización y el manejo de plagas y enfermedades, una de las principales acciones que se desarrolla en el módulo es el ajuste de las fechas de siembra y otras labores de acuerdo con las nuevas circunstancias climáticas.
“Debido a la irregularidad de los periodos de lluvia se ha pasado de un ciclo a dos ciclos productivos. Esto está fundamentado en la información de la estación meteorológica de DECOTUX que permitió realizar el análisis de datos meteorológicos con relación a las fechas de actividades culturales en los predios de siembra”, señala la organización.
“Con la información obtenida, y en comparación a años anteriores, se ha identificado que algunos de los efectos directos del cambio climático en la zona han sido la modificación del régimen pluviométrico, cambios en la velocidad y ocurrencia de vientos y aumento de horas calor. Esto ha afectado considerablemente el calendario de siembra de los productores quienes tratan de acertar las fechas óptimas para la siembra”.
De entre los métodos que han adoptado los agricultores para reducir las pérdidas está la siembra seccionada. “Esta les permite salvar el 50% de la materia prima en caso de las condiciones climáticas no sean adecuadas en alguna de las fechas de siembra”, mencionan los técnicos de DECOTUX.
A través de este trabajo conjunto se busca ofrecer prácticas y tecnologías probadas que le permitan a las familias productoras mitigar y adaptarse al cambio climático. Esto es además una oportunidad para desarrollar procesos participativos en la construcción del conocimiento, a fin de involucrar a las familias y replicar los aprendizajes dentro de las comunidades.