En el caso de México, se estima que solo 43% de la población tiene acceso a un servicio de agua potable gestionado de forma segura. También se calcula que cerca de la mitad de los cuerpos de agua no tiene una buena calidad de agua ambiental (ONU-Agua, 2021). Esto significa que han sido afectados por una combinación de influencias naturales y actividades humanas, como las aguas residuales o los escurrimientos de aguas contaminadas procedentes de la agricultura.
Sí, la agricultura, a nivel global, contribuye significativamente a la afectación de la calidad del agua, de ahí la importancia de transitar urgentemente hacia una Agricultura Sustentable que minimice el uso de agentes potencialmente contaminantes y optimice el uso del agua. Esta transformación se vuelve apremiante si se condera que en México el 76% del agua disponible se utiliza en la agricultura y que año con año su disponibilidad se reduce debido a la expansión urbana y el cambio climático.
“Es muy importante tocar el tema del agua. Yo aquí en el campo lo estoy viviendo, porque en el campo se desperdicia mucha agua y cada vez hay menos; usamos grandes cantidades para producir nuestros productos. Entonces, si hay un sistema que te ahorra agua, tiempo y dinero, pues bienvenido; eso es lo que necesitamos”, comenta Noé Gándara, productor de Guanajuato quien participa en el proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Cultivando un México Mejor es un esfuerzo por garantizar la gestión sostenible del agua desde la agricultura, particularmente en el cultivo de cebada. Los resultados más recientes del proyecto (correspondientes al ciclo otoño-invierno 2019-2020) indican que gracias a la implementación de prácticas sustentables se ha notado un ahorro de más de un millón doscientos mil litros de agua (1,205 m³) en el volumen total aplicado por hectárea mediante riego. Esto representa un ahorro de un poco más de 20% en el consumo de agua en comparación con la agricultura convencional.
“Hace poco se averió el pozo, provocando un estrés tremendo en las plantas por falta de agua. Al final de la temporada la cebada salió únicamente con dos riegos. Los rendimientos obviamente fueron bajos, pero a pesar de eso, con las prácticas implementadas se lograron cubrir los costos de inversión y se tuvo un pequeño margen de utilidad”, comenta el productor José Luis Ruiz, quien también participa en el proyecto en Querétaro.
De hecho, los resultados del ciclo productivo más reciente señalan que las innovaciones promovidas por el proyecto han favorecido un incremento de los rendimientos en términos generales (de 0.61 toneladas por hectárea). Esto, sumado a ahorros en el consumo de combustible (gracias a la disminución de la labranza se usan hasta 42 litros menos de combustible en comparación con prácticas convencionales, lo que además deriva en menos emisiones de CO2 a la atmósfera) han permitido que los productores participantes eleven sus utilidades hasta $2,300 por hectárea.
Ante la necesidad de asegurar que el uso del agua en la agricultura sea más eficiente, productivo y respetuoso con el medioambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor contribuyen a trazar el camino en ese rumbo: durante el ciclo 2019-2020 posibilitó que se brindara acompañamiento técnico a 74 productores y, con el apoyo de 18 organizaciones y empresas que colaboran dentro de la cadena de valor, se instalaron siete módulos demostrativos, 37 áreas de extensión y 140 áreas de impacto que suman un total de 184 parcelas desde donde la gestión del agua, suma a un cambio de paradigma sobre este líquido esencial.