Muchos pequeños agricultores del sur y sureste de México enfrentan numerosas dificultades para lograr una producción suficiente para cubrir las necesidades de consumo de sus familias o lograr algunos excedentes para vender. Lluvias fuera de ciclo, sequías prolongadas, suelos erosionados, altos costos de insumos son algunas de esas dificultades, pero incluso una vez lograda la cosecha los retos continúan y en muchas zonas las pérdidas poscosecha pueden llegar a ser de hasta 40 %.
Para brindar a estos productores herramientas y conocimientos que les permitan lograr una mejor producción y contribuir a una mayor resiliencia comunitaria, el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— imparte diversos talleres en materia de diversificación de cultivos, almacenamiento adecuado de granos y semillas, asociatividad y otros.
“Tomamos un taller de conservación de semillas para almacenarlas con tecnologías herméticas para que así que no se nos echen a perder por las plagas, y también para mantenerlas de una manera que no nos dañen la salud, porque a lo largo de los años las hemos conservado con productos químicos, y con el paso de los años esos productos nos pueden acarrear alguna enfermedad”, comenta Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México.
“Estas capacitaciones nos las han dado dos o tres veces por temporada. Para mí esto es muy bueno y es importante. Esta de cómo almacenar adecuadamente las semillas, por ejemplo, es bueno darlo a conocer y nosotros llevarlo a nuestra localidad para que allá sepan cómo se hace y que se haga bien por el bien de todos, que se riegue más la información”, señala Maximino pensando en un sentido de comunidad.
“De esta forma en que ahora se van a almacenar las semillas —en silos metálicos herméticos y bolsas plásticas herméticas— va a haber más seguridad de tenerla disponible, también nos va a rendir más ya no se nos va a echar a perder y así más personas, si no tienen semilla, pueden sembrar y así podemos hacer más grande nuestra siembra o el mercado”, comenta Maximino.
Como ejemplo de los diversos aprendizajes que el productor ha obtenido, Maximino señala un cúmulo de residuos agrícolas y comenta: “Esta es la vaina, o el residuo que queda una vez que se le quita el frijol, pero a la vez es fertilizante. Este tipo de abonos los reincorporamos al terreno porque son de gran utilidad. Nos han dicho los ingenieros que también contiene mucho nitrógeno para el terreno. Lo hemos comprobado porque, por ejemplo, donde se cosecha este año frijol, el siguiente año el maíz se da muy bien y prácticamente sin fertilizante”.