El cambio climático se manifiesta a través del agua: su presencia con lluvias torrenciales o su ausencia con sequías prolongadas pueden ser igualmente catastróficas. De hecho, se estima que nueve de cada 10 desastres naturales se relacionan con el agua y los riesgos generados se propagan en sistemas energéticos, urbanos, ambientales y agroalimentarios.
“En las zonas agrícolas de la región el agua es un recurso cada día más limitado por varios factores, entre ellos la reducción de los niveles de los mantos freáticos, la variabilidad del clima y diversas problemáticas en las unidades de riego. Por lo tanto, su uso y manejo eficiente tiene una gran importancia para la sostenibilidad a los sistemas de producción agrícola”, señala el equipo técnico de Cultivando un México Mejor.
Cultivando un México Mejor es un proyecto de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), a través de él productores de cebada reciben capacitación y acompañamiento técnico para establecer agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable que permite cuidar suelos y agua, al tiempo que permite reducir el impacto ambiental de la agricultura y aumentar su rentabilidad por una disminución en los costos de producción.
“En el caso de la agricultura es importante adoptar innovaciones que nos ayuden a reducir la cantidad de agua para producir granos. La agricultura de conservación, por ejemplo, permite ahorrar hasta 30 % de agua. Este sistema está basado en la mínima labranza, en la rotación de cultivos, y en la cobertura del suelo con rastrojo. Estamos hablando que se deben dejar al menos 30 % de los residuos de cosecha, pero idealmente arriba de 70 %” puntualizan los técnicos.
Al dejar el rastrojo sobre la superficie del suelo se logra conservar mayor humedad para que la planta la tenga disponible, también se promueve una mayor infiltración de agua de riego, una disminución de la evaporación, una reducción de la escorrentía —este proceso de escurrimiento del agua contribuye a la pérdida de la capa más fértil del suelo—, una distribución más homogénea de la lámina de riego y un incremento de la eficiencia de los fertilizantes.
La importancia de la mínima labranza sobre la humedad del suelo, precisa el equipo técnico, también del equipo técnico de Cultivando un México Mejor, radica en que “esta humedad existe dentro del espacio poroso del suelo. Normalmente este espacio está ocupado por aire y/o agua”, pero la labranza convencional, basada en el movimiento continuo y excesivo del suelo, destruye esta estructura porosa y por eso en esos sistemas es común observar problemas de infiltración. La agricultura de conservación, entonces, es una alternativa viable para evitar estas problemáticas.
La gestión del agua en una parcela tiene muchas implicaciones. El monitoreo de los indicadores relacionados con este recurso, por ejemplo, permite optimizar otros aspectos del sistema de producción. Así, conocer la humedad del suelo ayuda a “determinar las fechas de siembra, al pronóstico y vigilancia de los periodos de sequía, a tomar decisiones sobre cuándo no se debería utilizar maquinaria pesada en la parcela —ya que podría atascarse si el terreno está excesivamente húmedo—, entre otros”, señalan los especialistas.
De manera práctica, enfatizan, se puede lograr mucho en la optimización del recurso hídrico a través de un buen riego. Para lograrlo, se recomienda “nivelar la parcela, realizar una buena reformación de camas profundas de 20 a 30 cm, evitar que el agua se vaya por encima de la cama de siembra, tener largo de surco menor a 200 metros y cortar el riego cuando el agua se encuentra a una distancia de 10 a 15 metros del final del surco”.
Así, en un contexto donde el agua es y será un recurso cada vez más limitado, sistemas como la agricultura de conservación constituyen una alternativa viable para que los agricultores sigan produciendo con los recursos disponibles, cuidando de ellos para asegurar su disponibilidad para las próximas generaciones.