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Ante la adversidad, diversidad de cultivos

El testimonio de esta productora oaxaqueña es un ejemplo de cómo la diversificación de cultivos es una práctica sustentable con notables beneficios tanto para la nutrición, como para la economía de las familias.

Agripina con personal técnico del Hub Pacífico Sur-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)
Agripina con personal técnico del Hub Pacífico Sur-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)

Para AgriLac Resiliente el género y la inclusión social son fundamentales. A través de esta iniciativa regional latinoamericana se han documentado experiencias y resultados derivados de diversos proyectos en donde centros de investigación como CIMMYT, en colaboración con organizaciones de todos los sectores, han impulsado acciones estratégicas para empoderar a mujeres y jóvenes.

Un ejemplo de este proceso de documentación, desarrollado por Alejandrina García en Oaxaca, Alejandro Ramírez en Chiapas, y Ángela Meentzen —colíder del equipo de Género e Inclusión Social de Agrilac—, es el testimonio de Agripina, productora de la comunidad Arroyo Grande, en Jalapa de Díaz, Oaxaca.

Agripina, de 48 años y perteneciente a la etnia Mazateca, recuerda que cuando llegó el primer ingeniero a su comunidad, ella escuchaba las pláticas desde una orilla. Se interesaba en lo que el ingeniero proponía a los participantes, todos hombres. Un día se decidió a preguntarle al ingeniero sobre esas semillas de las que hablaba, semillas que decía, se podían producir en su tierra.

El ingeniero le explicó y consiguió semillas de libre polinización para que las sembrará. Se trataba de semillas de girasol y jamaica. Agripina las sembró en una pequeña parcela que le prestó su suegro, pues su esposo había migrado y su suegro es el que estaba a cargo de las tierras.

Con gran sorpresa vio florecer sus cultivos de girasol y Jamaica, mismos que logró vender en su propia comunidad para adorno de las iglesias o para cumpleaños, incluso para funerales.  Desde ese momento, nada la detuvo y, junto con otras mujeres, asistió con mayor confianza a las capacitaciones que brindaba el ingeniero sobre la siembra de semillas nativas, su almacenamiento, fertilización y control de plagas.

Cuando murió su suegro, ella y su hija estaban desconsoladas y sentían una gran presión sobre el futuro de las tierras. “Nos decían: Pobrecitas, ahora ¿quién las va a ayudar a sembrar?, ¿cómo le van a hacer esas mujeres si ya se murió su suegro? Y yo dije, ¿por qué nos dicen así? Y con mi hija nos pusimos a trabajar. Ahorita ya fui a levantar mi mazorca. Sí es pesado, pero hay que salir adelante”, relata Agripina.

El haberse capacitado desde que vivía su suegro le permitió a Agripina adquirir experiencia y tener los conocimientos para sembrar y cosechar tanto maíz como otros cultivos que le permiten ahora sostener económicamente a su familia, conservando sus semillas nativas e intercalándolas con cultivos comerciales como plátano, piña, girasol y jamaica.