Con la agricultura mundial estancada y amenazada por el cambio climático, el papel de América Latina para abordar estos desafíos a través de la innovación y las asociaciones es crucial. Esta fue la principal conclusión de un evento de mesa redonda del Premio Mundial de la Alimentación 2020, donde representantes de cuatro centros del CGIAR discutieron las oportunidades para aumentar la inversión en América Latina para desarrollar innovaciones para mejorar la agricultura y la agrobiodiversidad global.
El evento fue moderado por Natasha Santos, Vicepresidenta de Estrategia y Asuntos Globales de Partes Interesadas de Bayer Crop Sciences. Hablando en línea desde Brasil, Santos destacó la importancia de las asociaciones del sector privado en América Latina para lograr un crecimiento y desarrollo sostenibles.
Jesús Quintana, Director Gerente para las Américas, de la Alianza de Bioversity International y el CIAT abrió el evento con una breve descripción del trabajo de su organización con las finanzas del desarrollo para promover el desarrollo sostenible en la Amazonía. “Con la USAID”, dijo, “estamos buscando modelos de negocios que fortalezcan las innovaciones locales y los negocios sociales para conservar la biodiversidad, incluidos los sistemas agroalimentarios”.
Retomando la idea de los sistemas agroalimentarios, Bram Govaerts, director del Programa de Desarrollo Estratégico y Representante para las Américas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), señaló que el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas recibirá el Premio Nobel de la Paz 50 años después de que Norman Borlaug –cuyo trabajo sirvió de inspiración para el CGIAR– se convirtiera en el primer galardonado con el prestigioso premio. El lapso entre premios, dijo Govaerts, sirve como aviso de que aún queda mucho trabajo importante en la lucha contra el hambre y la inseguridad nutricional en todo el mundo.
En este sentido, Govaerts describió el trabajo del CIMMYT con un programa llamado AgroTutor, que ofrece datos específicos del sitio y recomendaciones adaptadas a las necesidades de los agricultores que ayudan a mejorar los rendimientos y facilitan interacciones de mercado más rentables.
La misión continua de erradicar el hambre en el mundo y promover el desarrollo frente al cambio climático puede abordarse de manera única en los Andes, dijo Ginya Truitt Nakata, Directora Regional para América Latina y el Caribe del Centro Internacional de la Papa (CIP). Hogar de 85 de las 110 zonas biológicas de vida del mundo, Truitt Nakata dijo que la Iniciativa Andina del CIP utilizaría las montañas como un laboratorio viviente para la co-investigación de los desafíos agrícolas con redes de pequeños agricultores.
“Los datos y las lecciones que extraemos de estos espacios aplicarán para los agricultores de todo el mundo”, comentó.
Dado que el evento se centró en las recientes innovaciones del CGIAR en América Latina, Rubén G. Echeverría, investigador principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI en inglés), dijo que la mayor necesidad, en todo el sistema, es el cuello de botella de ideas e innovaciones antes de la implementación. Por esta razón, el IFPRI está desarrollando instalaciones de incubación de proyectos para ampliar las innovaciones y lograr un impacto más fuerte y de mayor alcance en los agricultores. “Este trabajo requiere asociaciones con finanzas públicas y privadas para ayudar a transformar nuestro conocimiento en impacto para los sistemas alimentarios”, dijo.
Tras las breves presentaciones, la mesa redonda abrió una conversación que se centró en la necesidad de la inclusión en la investigación, las asociaciones del sector privado y la recopilación de datos respaldada por el seguimiento y el aprendizaje.
“Como sistema CG, estamos hablando de desarrollo participativo con agricultores: mujeres, hombres y jóvenes. Lleva un poco más de tiempo, pero las tasas de adopción [de innovación] son mucho más altas”, dijo Truitt Nakata.
La agricultura en América Latina, como en otras regiones del mundo, también lucha contra la “fuga de cerebros”, perdiendo jóvenes talentosos hacia otros sectores del mercado laboral. “Entonces, cuando hablamos de juventud”, respondió Echeverría, “necesitamos más que participación”. Se trata de atraer a los jóvenes a las oportunidades agrícolas a través de las tecnologías de la información y las finanzas.
Centrándose en el aspecto técnico de la innovación, Govaerts y Quintana mencionaron la necesidad de mejorar el uso de los datos.
“Necesitamos datos de propósitos múltiples y usar el monitoreo en tiempo real para garantizar un mejor retorno de la inversión”, comentó Govaerts. “Necesitamos saber dónde progresamos y dónde cometimos errores”, respondió Quintana, “el monitoreo cuidadoso de los proyectos debe ser el corazón del trabajo colaborativo, para generar líneas de base para que podamos medir con precisión nuestro impacto y hacer un uso más responsable de los recursos”.
Dada la gran cantidad de ideas intercambiadas en el evento de una hora de duración, Marco Ferroni, presidente del Consejo Administrativo del Sistema CGIAR, dijo que las presentaciones mostraban el valor indispensable de la región para la investigación del sistema alimentario y la agrobiodiversidad.
“América Latina es la región exportadora de alimentos más grande del mundo y un importante productor de servicios ecosistémicos que dan forma a los patrones climáticos y al clima global… Motivados por la necesidad de aumentar el alcance de nuestro impacto, las asociaciones nos ayudan a lograr una masa crítica de datos, análisis y entrega a las partes interesadas. Por todas estas razones, los sistemas alimentarios latinoamericanos necesitan y merecen atención e inversión en políticas”, dijo Ferroni.
PARA MÁS INFORMACIÓN:
Bioversity/CIAT: Adriana Varón a.p.varon@cgiar.org
CIMMYT: Ricardo Curiel: r.curiel@cgiar.org
CIP: Viviana Infantas: v.infantas@cgiar.org
IFPRI: Katarlah Taylor: k.taylor@cgiar.org