El Valle del Mezquital es considerado el granero de Hidalgo. A pesar de ser una zona árida tiene una importante producción agrícola debido a la presencia de canales de riego de aguas residuales provenientes de la Zona Metropolitana del Valle de México.
En esta región alrededor de 60% de la población —con notable presencia de la comunidad otomí— se dedica a la agricultura. Los productores, sin embargo, enfrentan numerosos problemas, como la poca rentabilidad, la pérdida de la calidad de los suelos y la consecuente disminución del tonelaje de producción.
“La agricultura en el Valle del Mezquital se basa en la labranza convencional donde se utiliza una cantidad excesiva de maquinaria debido a la escasez de mano de obra en la región. Esto ha provocado la compactación de los suelos y el incremento en los costos de producción por hectárea cultivada”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Francisco I. Madero, en el estado mexicano de Hidalgo, donde colaboran la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
“Además de la compactación del suelo, el riego en la zona es por inundación —una de las formas de riego donde más agua se desaprovecha— y se utilizan aguas residuales provenientes del Valle de México —lo cual implica riesgos sanitarios potenciales—, así que se unen varios efectos adversos que hacen necesario impulsar una agricultura sustentable para mantener o incrementar el rendimiento, generar el bienestar en la región y conservar los recursos naturales”, enfatizan los responsables de la plataforma.
Para brindar alternativas a los productores a fin de que adopten las prácticas sustentables más adecuadas para sus sistemas productivos, en la plataforma se validan distintas tecnologías. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el efecto de la rotación de los cultivos, la práctica de labranza y el manejo del rastrojo.
En el año 2021 el tratamiento que reportó el mayor rendimiento de maíz —16.6 toneladas por hectárea (t/ha)— fue el de la rotación de maíz en primavera-verano y avena en otoño-invierno, con cero labranza y dejando la totalidad de rastrojos sobre la superficie como cobertura; el tratamiento con el menor rendimiento (14 t/ha) fue el de maíz en primavera-verano y un cultivo de cobertura en otoño-invierno, con labranza convencional y removiendo todos los rastrojos.
En el año 2022 los resultados fueron similares, observándose que el tratamiento con la rotación de maíz-avena con cero labranza y cobertura del suelo con rastrojos tuvo un rendimiento de alrededor de dos toneladas por hectárea superior al del tratamiento de maíz con cultivo de cobertura, labranza convencional y sin rastrojos —21.1 y 18.8 t/ha, respectivamente—.
Con estos resultados, los responsables de la plataforma señalan que “la implementación de la agricultura de conservación permite incrementar y mantener el rendimiento del maíz. Dejar los cultivos de cobertura sobre el suelo permite que año con año el rendimiento se mantenga”.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Francisco I. Madero— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.