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Alimentación, agua y agricultura sustentable

En el marco del Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre) se destaca la importancia de difundir e implementar prácticas sostenibles que permitan optimizar el consumo de agua en la agricultura.

Los suelos sin cubierta vegetal son más susceptibles a la erosión. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Los suelos sin cubierta vegetal son más susceptibles a la erosión. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El Día Mundial de la Alimentación, impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es una oportunidad para reflexionar sobre el estado de la seguridad alimentaria en el mundo. Bajo el lema «El agua es vida. El agua nutre. No dejar a nadie atrás», este año se destaca la importancia del recurso hídrico en la producción de alimentos y su vínculo con la seguridad alimentaria. Así, la lucha contra el hambre no puede abordarse completamente sin considerar la agricultura sostenible como parte fundamental de la solución.

De acuerdo con el informe «Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2023», el hambre afectó al 9,2 % de la población mundial en 2022, en comparación con el 7,9 % en 2019. Además, se prevé que casi 600 millones de personas sufrirán de subalimentación crónica para 2030, lo que representa unos 119 millones más que si no hubieran ocurrido ni la pandemia ni la guerra en Ucrania.

La situación no es alentadora: tan solo en 2021 más de 3 100 millones de personas en todo el mundo no pudieron permitirse una dieta saludable, y la urbanización en constante crecimiento plantea desafíos y oportunidades para garantizar un acceso asequible y saludable a los alimentos.

Para abordar estas preocupaciones, la agricultura sostenible emerge como una solución esencial. Este enfoque busca maximizar la productividad de las tierras agrícolas mientras se minimiza el impacto ambiental. Aquí, la conservación de suelos desempeña un papel crítico, mediante prácticas como la labranza mínima y la cobertura vegetal, que reducen la erosión y la degradación del suelo.

Además, la agricultura sustentable contribuye al ahorro de recursos, como el agua y los fertilizantes, al tiempo que aumenta la resiliencia de los agricultores al cambio climático, ayudando a retener la humedad y mitigar los efectos de las sequías e inundaciones.

En este contexto, la red de innovación que impulsa el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desempeña un papel fundamental. Este centro de investigación científica basado en México, y sus colaboradores en América Latina, Asia y África, promueve prácticas que optimizan el consumo de agua en la agricultura, lo cual es crucial en un mundo donde los recursos de agua dulce son cada vez más escasos. Además, fomenta el uso de tecnologías que reducen la pérdida de alimentos durante la poscosecha, lo que es vital para garantizar que la producción agrícola llegue a la población.

El CIMMYT y sus colaboradores también impulsan la adopción de sistemas agrícolas sustentables, como la agricultura de conservación, que aumenta los rendimientos y diversifica los cultivos. Esta diversificación de cultivos no solo contribuye a la seguridad alimentaria, sino que también promueve una dieta más equilibrada y saludable en las zonas rurales.

La agricultura de conservación desempeña un papel fundamental en la optimización del consumo de agua en la agricultura, un recurso cada vez más escaso y crítico en el contexto actual de cambio climático y crecimiento poblacional. Esta práctica promueve un manejo más eficiente del agua al minimizar la evaporación y la escorrentía, dos factores clave en la pérdida de agua en la agricultura convencional.

Uno de los aspectos destacados de la agricultura de conservación es la reducción del movimiento del suelo a través de la mínima labranza o la siembra directa (una técnica que implica sembrar las semillas sin arar el suelo). Al dejar la capa superior del suelo cubierta con restos de cultivos anteriores o materia orgánica, se crea una cubierta que actúa como aislante térmico. Esto reduce la evaporación del agua del suelo y retiene la humedad, lo que significa que se necesita menos agua para mantener los cultivos en condiciones óptimas.

Además, la cobertura vegetal, otro componente crucial de la agricultura de conservación, impide la erosión del suelo y la escorrentía del agua. Esto ayuda a que el agua se infiltre de manera más eficiente en el suelo y llegue a las raíces de las plantas, en lugar de desperdiciarse en la escorrentía superficial. En conjunto, estas prácticas contribuyen significativamente a la reducción del estrés hídrico en las regiones agrícolas, permitiendo producir más alimentos con menos agua y, al mismo tiempo, fortaleciendo la resiliencia de la agricultura frente a condiciones climáticas variables.

En el Día Mundial de la Alimentación 2023, es importante recordar que la seguridad alimentaria es un desafío global que requiere soluciones integrales. La agricultura sustentable, impulsada por organizaciones como el CIMMYT y sus colaboradores, desempeña un papel crucial en la lucha contra el hambre y la promoción de un futuro donde nadie se quede atrás en la búsqueda de una alimentación nutritiva y sostenible.