La compactación en el suelo es la disminución del espacio poroso —en especial de los poros más grandes o macroporos— que se traduce en menor aireación, baja retención de agua y nutrientes y mayor resistencia al desarrollo de las raíces.
Las prácticas convencionales de preparación del suelo que aún se realizan en distintas partes de México producen compactación y afectan la densidad aparente del suelo —medida que refleja el contenido total de su porosidad—. De acuerdo con el nivel del suelo donde se presente, se puede distinguir entre compactación superficial (de 0 a 10 centímetros) y compactación profunda (mayor a 10 y hasta 40 centímetros).
En la superficie del suelo, la compactación está en función de la carga aplicada, de la presión ejercida por el rodado del tractor, del grado de humedad y de la intensidad de tránsito recibida. En este sentido, las llantas del tractor, que son el vínculo entre el vehículo y el suelo, tienen el objetivo de brindar una superficie de contacto que no exceda la capacidad portante del suelo —máxima presión que se puede ejercer sobre un terreno o estructura sin peligro alguno— y, a su vez, lograr una tracción que garantice el arrastre de los implementos en el suelo.
Considerando que un tractor es un bien de alto valor y que para el agricultor de pequeña o mediana escala resulta inviable tener un vehículo con características específicas para cada actividad agrícola, ¿es posible reducir de manera práctica los efectos no deseados del tránsito de la maquinaria? Existen diferentes opciones de adaptación y, con mínimos ajustes, es posible optimizar la calidad de trabajo de la maquinaria, favoreciendo una menor compactación del suelo.
La forma en que se distribuye una fuerza sobre una superficie es lo que se conoce como presión. Al caminar sobre arena muy suelta o nieve, por ejemplo, es común quedar con los pies enterrados, pero al usar patines de esquiar esto no sucede ya que se que aumenta la superficie de contacto y la fuerza o peso se distribuye mejor, disminuyendo la presión.
La presión tiene una fórmula matemática, siendo esta igual a la fuerza ejercida por un cuerpo sobre un área específica (P=F/A). Así, la fuerza que el tractor ejerce sobre el suelo está relacionada con su peso y la superficie o área de contacto de las llantas con el suelo.
La presión de inflado de las llantas o neumáticos del tractor es clave para optimizar la superficie de contacto tractor-suelo. Un “tip” sencillo que los agricultores pueden seguir para verificar que la presión de inflado sea la correcta es asegurarse que solo tres “aspas” de cada una de las llantas de tracción estén en contacto con el suelo.
Otro factor determinante en la variación de la presión ejercida por el tractor sobre el suelo y que es de fácil configuración por parte del agricultor, es el peso del equipo, específicamente del “lastre” o contrapesos adicionados al tractor. Es importante comprender que no todas las labores agrícolas requieren alta fuerza de tracción, así que es posible retirar contrapesos adicionales, de manera que el patinaje no sea excesivo (mayor a un 15% aproximadamente).
Otro aspecto a considerar al momento de realizar las labores agrícolas mecanizadas es el ancho del neumático o llanta del tractor, pues este parámetro representa un área mayor o menor de contacto con el suelo que puede maximizar o minimizar el efecto de la presión que ejerce el peso propio del tractor.
El agricultor, entonces, tiene tres parámetros principales a configurar en su tractor: 1) la presión de inflado de las llantas, 2) la colocación o retiro de contrapesos traseros y delanteros, y 3) el ancho del rodado de tracción; esto, por su puesto, dependerá de las condiciones de humedad del suelo, de la potencia motriz requerida por el implemento acoplado, del cultivo establecido y del arreglo topológico de la parcela.