
En Oaxaca, donde el maíz es el eje de la vida rural de muchas comunidades, la labor de los agrónomos adquiere un significado trascendental. Son ellos quienes, con conocimiento y compromiso, se convierten en el puente entre la investigación científica y los productores, asegurando que la innovación llegue a quienes trabajan la tierra.
Gabriela Hernández Vázquez y Salvador Moisés Ramírez Ramírez, colaboran como técnicos en el programa Autosuficiencia Alimentaria, de Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural (SEFADER). Ellos, son dos de los extensionistas que se han capacitado en innovaciones agrícolas sustentables a través del proyecto Fortalecimiento del sistema agroalimentario enfocado en la producción de maíz para la seguridad alimentaria y el abasto sustentable de granos en el estado de Oaxaca, impulsado por la SEFADER y el CIMMYT.
Gabriela es ingeniera agrónoma y trabaja con productores en las comunidades de San Martín de los Cansecos y San Martín Lachilá. Con más de 130 agricultores a su cargo, su misión va más allá de la asistencia técnica; su labor implica generar confianza y demostrar, con hechos, los beneficios de la innovación agrícola.
«Las capacitaciones han sido muy importantes porque nos dan más elementos para trabajar junto con los productores. Desde la siembra, calculamos densidades, realizamos inoculación de semillas, implementamos trampas de feromonas para el control de plagas y aplicamos fertilización fraccionada. Es un acompañamiento constante, porque el éxito depende de hacer las cosas en tiempo y forma», explica Gabriela.
Para ella y sus compañeros, la mejor forma de transmitir el conocimiento es a través del ejemplo. Por ello, decidieron instalar un módulo de entrenamiento en La Laguna de Emiliano Zapata, donde aplican de primera mano las innovaciones aprendidas en las capacitaciones del CIMMYT. «Esta idea nació de nosotros mismos. Queríamos implementar primero las innovaciones y después llevarlas con los productores. Aquí evaluamos tecnologías, tiempos, formas y dosis para asegurarnos de que realmente funcionen», señala.
El terreno para este módulo de prácticas fue cedido por Gabriela, un gesto que refleja su compromiso con la comunidad y su pasión por el campo. «Aquí sembramos maíces donados por compañeros de los bancos comunitarios, como maíz amarillo, maíz Negrito y Belatove”, comenta, enfatizando en que uno de los propósitos con los maíces nativos es que los productores vean que sus semillas pueden aprovecharse mejor con prácticas sustentables.

En San Miguel Mixtepec, Salvador Moisés Ramírez Ramírez también está contribuyendo a la transformación sustentable de la producción de maíz a través del acompañamiento técnico. Con 215 productores a su cargo, su estrategia se basa en un trabajo directo en las parcelas, es decir, en la práctica.
«A través de diagnósticos, identificamos que muchas parcelas tienen suelos con baja materia orgánica y pH ácido, lo que afecta el crecimiento del maíz. Implementamos enmiendas para corregir estas deficiencias y trabajamos en la fertilización fraccionada para mejorar la absorción de nutrientes», explica Salvador.
Pero su conocimiento va más allá de lo técnico. Como hijo de agricultores, Salvador comprende de primera mano las preocupaciones de los productores y la importancia de ofrecer soluciones prácticas y accesibles. «Desde niño crecí en parcelas. Mis padres también trabajan en el campo, así que siempre he estado inmerso en la agricultura. Por eso sé que la mejor forma de enseñar es mostrando en la planta cada problema y su solución».
Oaxaca cuenta con aproximadamente 380 mil unidades de producción rural, de las cuales la mayoría cultiva maíz. En este contexto, la labor de los agrónomos es clave para mejorar la productividad y la resiliencia de los sistemas de cultivo. En este sentido, a través de la capacitación y el acompañamiento técnico, los agrónomos se convierten en aliados estratégicos de los productores, asegurando que los avances científicos lleguen al campo y se traduzcan en beneficios reales.
«Lo que uno quiere como técnico es llevar un menú tecnológico probado a la comunidad, poder decirle al productor: ‘esto sí funciona’. Muchas veces las dependencias no pueden apoyarnos con todo, por eso es importante que nosotros aprendamos, experimentemos y evaluemos antes de llevar las prácticas a campo», concluye Gabriela.
Los agrónomos, como Gabriela y Salvador, son el eslabón que conecta la ciencia con la realidad rural. Gracias a su compromiso y conocimiento, el maíz de Oaxaca se fortalece como un pilar de la alimentación y la cultura, cultivado con mejores prácticas que buscan un futuro más sustentable para los productores y sus familias.